Muñó vuelve a las aulas: los vecinos crean un archivo escolar y una biblioteca en las antiguas escuelas

La asociación de la localidad reúne y ordena material donado por quienes fueron alumnos, desde viejas enciclopedias hasta libretas de caligrafía

Hubo a principios del siglo pasado un indiano multimillonario que no se quiso olvidar de sus raíces humildes. Se llamaba Cesáreo Vigil, había emigrado desde Muñó a La Habana y Nueva York y había amasado una enorme fortuna con el negocio del tabaco. Como tantos otros, quiso tener un gesto con la parroquia que lo vio nacer, y en 1906 se inauguraron las escuelas de su pueblo natal, que él costeó íntegramente, con sus aulas y casas para los maestros de niños y niñas.

Mucho ha llovido desde entonces, pero los descendientes de aquellos que fueron a clase en Muñó por aquellos años no olvidan de dónde viene su escuela. Gracias al trabajo y a la entrega vecinal acaban de poner en marcha un proyecto singular en la vieja aula femenina: un archivo con materiales escolares antiguos y una biblioteca con libros donados para el fomento de la cultura y del encuentro entre parroquianos.

Ha sido por iniciativa de la asociación "Les Escueles", presidida por Vidal González, quien lleva años recopilando fotos (editadas en dos libros) y muchos otros materiales que "la gente me va haciendo llegar y que es una pena que se pierdan, así que decidimos montar esto", explica. Se trata de viejas enciclopedias Álvarez de los años 30 y 40, unidades didácticas de diferentes asignaturas, libros para aprender a leer, cuentos y hasta números de la revista "Vida ejemplar", editada por los maestros del franquismo para aconsejar a sus colegas sobre cuestiones como los castigos recomendables a los alumnos o las últimas técnicas para enseñar a resolver problemas.

Muñó vuelve a las aulas

Mercedes y Pili Velasco muestran una de sus libretas escolares. / Luján Palacios

Y a todo ello se añaden varias libretas de los niños de la época, con caligrafía preciosista y lecciones adornadas con dibujos de colores: los concejos de Asturias o la guerra de la Independencia figuran recogidas en su páginas. "Este cuaderno era mío, pero ya no tengo la misma letra", bromea Pilar Velasco junto a su prima Mercedes Velasco.

Ambas fueron alumnas de las escuelas en los años 60, y recuerdan cómo "de aquella éramos en clase 43 neñes, neños habría otros tantos". Hoy día "no llegará en todo Muñó a diez niños", lamenta Vidal González, empeñado en que los cuadernos, libros y materiales de aquellos años "no se pierdan, porque aquí tenemos un sitio reservado para ellos". Y anima a todos los vecinos a "revolver en hórreos y desvanes, porque seguro que aparecen muchas más cosas".

Con todas las aportaciones se ha creado tan singular archivo de la memoria escolar de la parroquia, con libros de texto que llegan hasta los 80 y un par de pupitres de los que se usaban en aquellos años. Largas décadas en las que Muñó ha cambiado radicalmente, y no sólo por el número de escolares.

De hecho, González guarda como oro en paño un documento de la primera maestra de la escuela de niñas, Aurelia González, quien redactó un informe en 1908 sobre la situación del centro. En él constata que las niñas acuden a clase de forma regular "dos tercios del año". El resto del curso faltan más por "las tareas agrarias": había que ir a la hierba o a sembrar maíz.

También refleja en el documento cómo había entonces 46 chiquillas matriculadas, de las cuales "en primero de septiembre había veinte niñas totalmente analfabetas". Y de las más adelantadas "se salieron de clase antes del tiempo porque las necesitaban sus madres en la casa".

No faltan las referencias a "la irregularidad en las épocas de las operaciones agrícolas, por la escasez de medios con que cuentan sus padres para pagar criadas y poder dejar a sus hijos libres para venir a la escuela". Asimismo, era para la maestra "un obstáculo muy grande el pago de retribuciones". Había que hacer efectiva una "cuota insignificante de 90 céntimos mensuales", pero las familias no podían costearla y "esta falta la podría remediar el Ayuntamiento presupuestando todos los años una pequeña cantidad", proponía.

Pese a todas las dificultades, los niños siguieron asistiendo hasta 1980, como en el caso de Miguel González. "Fui el último del colegio, el más pequeño, y luego ya pasamos a Noreña", recuerda, con una sensación de libertad. "Hacía un poco lo que quería, los mayores tenían otras tareas", rememora con una sonrisa.

Muñó vuelve a las aulas

Pili Bobes y Rocío Martínez observan algunos de los libros del archivo. / Luján Palacios

Las huellas de la educación del pasado se dan la mano en Muñó con una biblioteca de 550 libros actuales de todas las temáticas (novelas, biografías, ensayos y textos para niños) que se está acondicionando en el mismo local del archivo escolar con la idea de que "haya una continuidad, y que los vecinos puedan recordar las clases de antes mientras se favorece la lectura".

La mayoría de los libros han sido donados por el matrimonio formado por Carmeta Morán y Miguel Silveira, y la intención de la asociación "Les Escueles" es la de poder dignificar el espacio para poner a disposición de todos sus socios estos fondos. "El reintegro de la lotería de Navidad nos dejó 5.000 euros de muchas personas que no lo cobraron, y queremos agradecérselo y hacerles llegar que ese dinero será bien empleado", sostiene Vidal González. En letra, recuerdos y visión de futuro.