Diego Llorente, un triunfo de película

El cineasta poleso logra el aplauso del Festival de Rotterdam con su primer largo, "Notas sobre un verano", rodado sin apenas medios

El director, Diego Llorente.

El director, Diego Llorente. / Adrián Antúnez

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Esta es una historia de pasión y coraje. Pasión por el cine y coraje para sacar adelante una película sin apenas medios. Diego Llorente (Pola de Siero, 1984) hizo realidad como pudo y quiso "Notas sobre un verano", que logró una cálida acogida en el Festival de Rotterdam y llegará a las salas a primeros de septiembre. Curtido en el campo del corto, ahora debuta en la distancia larga con la historia de Marta (la gijonesa Katia Borlado), una profesora de Universidad que está a punto de irse a vivir con su novio, pero antes pasa unos días en Gijón con sus padres. Allí tendrá una recaída amorosa con un antiguo amor. Vaya dilema: Madrid con uno o Asturias con otro. Corazón y cabeza frente a frente.

Desde la génesis del proyecto hasta ahora pasaron unos diez años. Distintas fases y cuitas. Escrituras y reescrituras. Y una edición parsimoniosa porque sin dinero no hay más remedio que tomarse las cosas con alma. Rodaje de tres semanas (Gijón sobre todo y algo en Madrid) en verano de 2021 y reajustes de algunas escenas por las restricciones pandémicas. "Son muchas menos semanas de lo habitual", afirma Llorente a LA NUEVA ESPAÑA. Ojo: la escasez tiene sus ventajas cuando el estilo del creador permite "rodar en poco tiempo y con pocos medios para hacer lo que a mí me apetece hacer. Si exigiera más, lo tendría mucho más difícil". Ese minimalismo y esa austeridad no implican una renuncia: "Es la forma con la que me gusta hacer las cosas. Si algo falla no podría echar la culpa a la falta de medios. Aunque fueron pocos, fueron los suficientes".

El equipo técnico nunca pasó de siete personas: "Los justísimos y necesarios, tampoco creo que la película hubiera sido mejor con 25. No digo que fuera a ser peor, pero siempre intento tirar a lo mínimo, me gusta más ser pocos y muy concentrados".

Intentó conseguir ayudas públicas durante varios años, pero solo consiguió algo de apoyo del Ayuntamiento de Gijón. Casi terminada la película "conseguí también una ayuda del Principado, aunque hubiera estado mejor tenerla antes. Fue muy bien bienvenida, en cualquier caso". Las nuevas tecnologías con el consiguiente abaratamiento de las herramientas son aliadas: "Ahora hay cámaras con mucha calidad que cuestan poco. Me importa dar una calidad digna al espectador y permitir una lectura limpia, igual que un libro, por mucho que te guste, si tiene una letra muy pequeña o hay muchas erratas, se hace insufrible".

Arriba, tres fotogramas de la película  «Notas sobre un verano». Abajo, el director Diego Llorente. | Adrián Antúnez

Arriba, tres fotogramas de la película «Notas sobre un verano». Abajo, el director Diego Llorente. | Adrián Antúnez / Tino Pertierra

Diego Llorente, un triunfo de película

Diego Llorente, un triunfo de película / Tino Pertierra

Diego Llorente, un triunfo de película

Tres fotogramas de la película "Notas sobre un verano". | Adrián Antúnez / Tino Pertierra

Para elegir el reparto dejó de lado el casting: "Me da mucha pereza y no me parece justo para los actores. La casualidad ayudó para encontrar a Katia. No había visto nada de ella, pero me llamó la atención porque se me parecía bastante al personaje de Marta. Tomamos un café, paseamos, hablamos del proyecto y cuando nos separamos sentí que tenía a Marta".

Dio libertad al reparto. Con los diálogos se tomó "muchas molestias para escribirlos y reescribirlos, pero no les cojo cariño excesivo, los comparto con los actores y entre todos decidimos. Hay escenas que respetan los diálogos que yo tenía escritos y otras en los que les dejé que los adaptaran libremente a su forma de decir o a cómo se sintiera la escena en ese momento. Y luego hay algunos que son totalmente improvisados cuando todos sabíamos dónde estábamos, qué pretendíamos y de qué iba el mundo que estábamos retratando".

Varios planos de lectura

Vayamos a los motivos. Le sobran: "Tenía imágenes, frases e ideas que fueron dialogando entre ellas, fermentando hasta crear una masa que fue creciendo hasta que necesitas sacarla adelante porque te impide seguir. Tenía muchas ganas de contar esta historia, que tiene varios planos de lectura, es como un cuadro, ¿no?, hay temas en primer término, otros en tercer término y otros en quinto término. No siempre el que está en primer término es el que más importa, ni el que está en quinto el que menos. Cosas que aparecen más atrás, como puede ser el de la precariedad laboral, me importan mucho, pero ni me interesa ni me siento capacitado para hacer una película donde todo gira en torno a eso".

Hay en su obra "una búsqueda de la identidad propia y una búsqueda de tu sitio en el mundo". Como cineasta tiene muchos referentes: Pialat, Kiarostami, Ford... Y le influyen, claro, "he aprendido de ellos y son muy importantes como cineasta, pero intento no tenerlos en la mente para rodar, sería un poco ridículo preguntarme cómo resolvería esta escena Renoir, por ejemplo. Ellos eran maestros y yo un aficionado"

El Gijón que muestra en la pantalla es "un escenario, un lugar donde se desarrollan las escenas, no un lugar de postales. Buscaba lo que más adecuaba la escena, no el paisaje más espectacular".