Se quitó la camiseta Ronaldo y a punto estuvo de parar la cumbre de Copenhague. Se habla de clima y es probable que la transpiración «ronaldiana» afecte a la capa de Ozono. Es la «cosa» ésta de estar en el Madrid: un día con el sobaco medio cantarín de cualquier miembro del club y se paraliza el mundo. Ya pueden otros, de otros frentes, lugares, colectivos o asociaciones, hacer la gran barbaridad de su historia que no se moverá un pelo de nadie. Pero Madrid y Ronaldo suman mucha tralla mediática, sociológica, política, económica, deportiva y «tertuliana» como para que el simple detalle de quitarse la camiseta para celebrar un gol se quede en un acto normal y corriente. Lo que es. No. Ronaldo es un chulo de Portugal que quiso mostrar su tabla abdominal tan currada. También es un chulo porque no celebró un gol tras fallar un penalti, y un hortera porque apareció, en foto, al lado de Paris Hilton. Y con toda esta tralla nadie se acuerda de que es un grande del fútbol. Con perdón por lo de grande, no vaya a ser que se ofendan algunos y surja un nuevo debate.