Oviedo, Eduardo GARCÍA

El curso escolar 1999-2000 no fue uno más. De hecho, fue un curso histórico para Asturias porque con él llegaron las transferencias educativas. Del Ministerio de Educación pasamos a depender entonces de la Consejería de Educación y Cultura del Principado después de un período intenso de conversaciones y desencuentros -aquí había Gobierno socialista y en Madrid mandaba José María Aznar-. La mayor polémica, los dineros. Francisco Javier Fernández Vallina era consejero de Educación y Mariano Rajoy, ministro del ramo. Había sustituido en enero a Esperanza Aguirre.

En Asturias unos 176.000 escolares estaban integrados en un sistema educativo donde convivían etapas distintas. Había ESO, por supuesto, pero también alumnos de BUP y COU, últimos vestigios de la antigua Ley General de Educación (LGE). En aquel otoño de 1999, con las transferencias a la vuelta de la esquina, la LOGSE cumplía diez años y muchos de sus loables objetivos habían chocado de frente contra la cruda realidad.

Asturias comenzaba a perder alumnos, una tónica que se ha mantenido hasta el curso pasado. En el actual se revierte la situación y Asturias contó con casi dos mil alumnos más. Los 67.600 niños de Infantil y Primaria que habían comenzado en 1999 el curso escolar en el Principado suponían tres mil escolares menos en relación con el curso anterior. En tan sólo tres años se habían perdido casi doce mil alumnos, y el nuevo curso se iniciaba con 72 unidades educativas menos. Los cálculos metían miedo porque de los 75.000 alumnos entre 3 y 12 años que iniciaron el curso 1999-00, se iban a reducir a 31.500 para el curso 2005-06, es decir, menos de la mitad. Así fue.

El presupuesto de la Delegación Provincial de Educación en Asturias ascendía a 61.000 millones de pesetas (hoy serían unos 366 millones de euros). El presupuesto actual asciende a 886 millones de euros. En aquel mes de septiembre se publicaba la lista de maestros beneficiarios de la adjudicación de vacantes y sustituciones en la región, cerca de cuatrocientos. Malos tiempos para el empleo docente porque en cinco años Asturias había perdido 286 puestos educativos. Infantil, Primaria y primer ciclo de la ESO agrupaban en el Principado a unos 4.200 profesores. No eran los únicos. En aquel año el batiburrillo educativo era asombroso, con alumnos de ESO, Bachillerato, BUP y COU. En una década de cambios galopantes en materia educativa, quizá lo que menos ha cambiado sea el número de profesores.

El coste de las transferencias lo cifraba la Consejería de Educación en algo más de setenta mil millones de pesetas. La Delegación Provincial aseguraba que saldrían más baratas. Hablaban de pesetas en septiembre de 1999, aunque el euro estaba a la vuelta de la esquina e iba a entrar en nuestras vidas, disfrazado de inflación, con las doce uvas. En aquel septiembre de negociación de transferencias, el Angliru debutaba en la Vuelta Ciclista a España (el «Chaba» Jiménez fue el primer vencedor) y moría un milagro de la lírica llamado Alfredo Kraus.

El director general de Educación del Principado de Asturias era en el curso 1999-00 José Luis Iglesias Riopedre, quien denunciaba que más de la mitad de los centros educativos asturianos tenían más de treinta años. Una década más tarde las grandes referencias educativas asturianas en materia de infraestructuras siguen en pie (Jovellanos y Doña Jimena, en Gijón; o el Aramo y el Alfonso II, en Oviedo). En diez años han cerrado decenas de pequeñas escuelas rurales, se consolidaron los centros rurales agrupados (CRA), se oficializó el tramo de 0 a 3 años, los profesores protagonizaron algunas huelgas sonadas, y a pesar de todo los docentes jugaron un papel fundamental a la hora de llegar a una conclusión que suscribiría la mayoría: la escuela asturiana hoy es mejor que la de hace diez años. ¿O no?