Gijón, J. C. G.

Aunque siempre sea difícil, y más en años de economías en recesión, saber exactamente cuánto y qué se ha vendido en un certamen como Arco, la sensación general, ya en los primeros compases de la feria, era la de que las ventas salvarían el tipo. Oficialmente, Luis Eduardo Cortés aseguraba ayer que así ha sido, en particular por lo que respecta a los coleccionistas nacionales.

Queda, no obstante, en el aire la idea de que Arco tiene que reinventarse de cara a su futuro. El director del centro Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, se erigía ayer en el portavoz más audible de las críticas que achacan al certamen haber caído en una óptica exclusivamente cortoplacista y mercantil frente a una perspectiva más artística y a largo plazo.