No hay excusas para el silencio

Delia Campomanes

Delia Campomanes

En unos tiempos en los que la extrema derecha se niega a reconocer la violencia estructural contra las mujeres, conmemorar el 25 de noviembre, día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es una obligación si de verdad defendemos la justicia que debería ser propia de una sociedad democrática y avanzada. Frente a quienes están empeñados en discursos que llevan a lo peor de los años 40, necesitamos alzar la voz para denunciar los crímenes de hombres contra mujeres por el mero hecho de serlo y que algunas personas –afortunadamente, las menos– se hacen corresponsables por su absoluta indiferencia y, peor, por lo que es un encubrimiento deleznable de una realidad que, desde 2003, ha supuesto el asesinato de, al menos, 1.237 mujeres a manos de sus parejas o ex parejas.

2023 será un año sangriento, con 52 asesinadas hasta la fecha, lo que arroja una cifra escandalosamente dolorosa que, lejos de la necesaria erradicación de esta lacra, demuestra el enorme problema al que nos enfrentamos como sociedad.

No sirve la negación, que es en sí misma un crimen que debería estar punido, porque pretende invisibilizar una dramática realidad. Es inexplicable, y repugnante, que alguien, a estas alturas, pueda negar los asesinatos machistas, edulcorándolos para evitar reconocer que existe un problema que tiene que ver con una misoginia secular, fruto del machismo más exacerbado y de un modelo de dominación heteropatriarcal.

La violencia contra las mujeres no es un problema de Asturias, o de España, es un problema global: si nos escandalizan los crímenes contra mujeres en nuestro país, qué puede decirse de las 5 mujeres o niñas que, según la ONU, son asesinadas cada hora por alguien de su familia.

El 25 de noviembre, y todos los días, es necesario levantar la voz para denunciar la violencia contra las mujeres y para sonrojar a quienes la niegan. Si, de verdad, defendemos la justicia y la igualdad, como dice el lema de la ONU, no hay excusas para la violencia contra las mujeres y niñas, no hay excusas para el silencio.