Festival de Cannes (día 7): Erice y Kaurismäki conquistan Cannes con tratos desiguales

Helena Miquel, José Coronado, Ana Torrent, Manolo Solo,  y María León, posan en la alfombra roja de la película ‘Cerrar los ojos’.

Helena Miquel, José Coronado, Ana Torrent, Manolo Solo, y María León, posan en la alfombra roja de la película ‘Cerrar los ojos’. / Europa Press

Pablo Álvarez-Hornia

Pablo Álvarez-Hornia

Hablar del regreso de Victor Erice a Cannes es sólo parcialmente cierto: ha regresado su cine, pero no así él. Ha sido una triste noticia de última hora, muy especialmente después del entusiasmo vivido en la sala tras la proyección; entusiasmo que hubiera sido bonito poder compartir con él tras su desapego a las circunstancias —paralización del rodaje, entrega forzada del montaje inacabado…— que marcaron la presentación de El Suren el festival hace ya cuarenta años. Con todo, la idea de que sea el cine el que tome el relevo a la persona es bastante coherente con lo que propone su último largometraje, Cerrar los ojos. 

No tan coherente es la decisión de haber relegado este estreno a la sección Cannes Premiere, más aún teniendo en cuenta algunas de las propuestas que sí han entrado en competición este año. Una de ellas es la propia Firebrandproyectada ayer: salvando la presencia de Jude Law —aquí demacrado y gigantesco, con la pierna ulcerada y la respiración pesada—, poco tiene de destacable este drama sobre el final del reinado de Enrique VIII y la tormentosa relación con su sexta esposa. En Un certain regard, Los Colonos de Felipe Gálvez sí que ha supuesto un acercamiento al western más distintivo de lo que Firebrand era al drama shakespeariano en el cine.

Volviendo a los candidatos a la Palma de Oro, el regreso de Kaurismäki sí que ha recibido a diferencia del de Erice toda la pompa y honores del festival: en competición, en el teatro Lumière y con largas ovaciones de recibimiento y salida al director mientras este intentaba huir de alfombra roja, colarse entre los fotógrafos o incluso inmovilizar al director del festival Thierry Fremaux. Su película tiene continuidad estética y temática directa con su trilogía de los ochenta, pero también con su último cine.

En Fallen Leaves están ese tratamiento cómico, a veces ligero de la desgracia, pero también la pobreza y resignación que lo invaden todo. Los escenarios (esos bares destartalados con nombres evocativos de un entorno muy distinto: California, Buenos Aires…), las paredes desnudas que hacen a menudo de fondo o el abundante aire de los encuadres son reflejo de las circunstancias los personajes: despedidos por llevarse un bocadillo caducado destinado a la basura, necesitados de pagar por usar el ordenador de un bar para buscar ofertas de empleo o sustituyendo una cita por un “aperitivo” insustancial. Hay virtuosismo en mantener toda la película en una línea muy fina entre la risa y el silencio absoluto.

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