El retorno del Rey

Me sorprende que sea noticia que don Juan Carlos viaje a España, cuando debería ser lo más normal

Alfredo José Leonard Lamuño de Cuetos

La pasada semana, como muchos españoles, me enteraba del regreso a España en estos días, para participar en las regatas de Sanjenjo previstas para el 22 y 23 del mes corriente, de S.M. el Rey D. Juan Carlos I, después de su última visita, hace casi un año.

De esta noticia lo único que me sorprende es eso, que sea noticia el que S.M. el Rey Juan Carlos viaje a España, cuando tendría que ser lo más normal del mundo, no ya como ciudadano español que viaja de su país de residencia a su patria, sino como Monarca que ha sido de este (de momento, y pese a quien pese) Reino.

Ha sido el hacerse público este viaje para que todo el mundo, desde el sector político hasta los tertulianos de televisión, den su opinión y su juicio. Sí, juicio, porque en este país que es España, somos muy de enjuiciar; no hay español que no se arrogue la facultad de sentar cátedra sobre cualquier tema y más si se trata de juzgar a una persona pública, como se lleva haciendo desde hace casi ya tres años con S.M. el Rey Juan Carlos.

Recordemos que fue el pasado 3 de agosto de 2020 cuando la Casa de S.M. el Rey hacía pública la carta en la que S.M. el Rey Juan Carlos comunicaba a su hijo, S.M. el Rey la decisión de establecer su residencia fuera de España. "Guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey, te comunico mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España. Una decisión que tomo con profundo sentimiento, pero con gran serenidad". Así se expresaba S.M. el Rey Juan Carlos en la carta que dirigió a su hijo.

Carta que en su momento me causó, como a muchos españoles, no solo tristeza, sino también impotencia e indignación.

Tristeza por culpa de la continua campaña de acoso que desde ciertos sectores de la sociedad y, por qué no decirlo, de ciertos sectores del Gobierno, se estaba llevando en ese momento (y continúan hoy día) contra el Rey Juan Carlos.

Impotencia porque, como muchos españoles, no podía hacer nada por el Monarca que durante casi cuatro décadas ocupó el trono de España, el que consiguió que superásemos un régimen autoritario (surgido tras una guerra civil que puso fin al periodo de la II República, originada tras el golpe de Estado del 14 de abril de 1931 contra Alfonso XIII) para convertirnos en una monarquía parlamentaria, con una Constitución que garantiza los derechos, libertades y obligaciones de todos los españoles, estableciendo un estado de derecho plenamente democrático.

Indignación, al ver como desde ciertos sectores totalmente sectarios de la sociedad se dedicaban a menospreciar la ardua labor desempañada por S.M. el Rey Juan Carlos a lo largo de su reinado. Tristeza, impotencia e indignación al ver como desde los medios de comunicación, y desde ciertos grupos (no muy cercanos al ideal monárquico y sí seguidores y cercanos a ideologías totalitarias como el comunismo, todo hay que decirlo), se dedicaban a echar por tierra la figura de quien en su reinado ha conseguido uno de los más brillantes periodos de paz, estabilidad, progreso y desarrollo de la historia de España.

Y ahora, ese Monarca, que desde hace tres años decidió abandonar España para evitar que aquellos que le atacan pudiesen aprovechar para atacar a la Corona y a nuestro actual soberano, regresa por segunda vez a nuestro país. A su país.

Siendo pues noticia este segundo advenimiento del Monarca, veo como lo están aprovechando unos y otros para no solo exigir explicaciones de ciertas presuntas actuaciones en el plano económico de D. Juan Carlos, así como de ciertos presuntos comportamientos del exsoberano a nivel personal que a nadie deberían de importar.

Quisiera, eso sí, resaltar que esas presuntas actuaciones económicas de D. Juan Carlos por las que se le investigó (que nunca juzgó, recordemos que la Fiscalía archivó el caso) en ningún momento tocaban ni un solo céntimo del erario público del Reino, cosa que no pueden decir muchos de nuestros políticos e instituciones.

El Rey Juan Carlos retorna pues a su país por segunda vez en tres años, un país donde, repito (hace falta repetirlo, que hay mucho tertuliano y político que parece que no se ha enterado), no tiene ninguna causa judicial abierta, y un país del que ha sido monarca reinante. Viene, de paso, a disfrutar practicando uno de sus deportes favoritos, para luego volar a Londres a la Coronación del Rey Carlos III del Reino Unido. Lo único que lamento es que este retorno no sea permanente, pues una cosa tengo clara, si S.M. el Rey Juan Carlos no terminase sus días en España será una vergüenza que caerá sobre nuestra nación y será una mancha que ni en siglos podremos limpiar.

Dios no lo quiera y ojalá seamos testigos pronto del retorno (permanente) del Rey Juan Carlos I, al que tanto debemos los españoles.

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