El viaje al Bernabéu no fue en vano. El Sporting, alumno aplicado, tomó buena nota y a las primeras de cambio devolvió el jorobu. Se lo llevó la Real a San Sebastián que, de paso, se ha convertido en un rival directo de los rojiblancos en la pelea por conseguir la permanencia. El Sporting necesitaba reaccionar, romper la dinámica negativa y recibir el respaldo de un buen resultado. Ayer tomó aire suficiente como para abordar una gran remontada en la clasificación.

Sin pararse a medir las consecuencias, el Sporting cargó con todo desde el saque inicial y logró empezar ganando con un gol a los catorce segundos, el más rápido de la historia del club en Primera y el más rápido del campeonato actual. Pongan otra muesca en la pistola de Iñaki Tejada, el segundo de Abelardo (que lo fue también de Marcelino, Ciriaco y Preciado) no deja nada al descuido.

Abierto el capítulo de agradecimientos, es de justicia señalar el acierto de Abelardo con una alineación de mucho riesgo. Con todo en juego, quizá en el partido más importante de la temporada, el Pitu sentó a Halilovic y dio galones a Rachid, al que lleva meses esperando. El Sporting jugó con la rabia del que sabe que el fútbol tiene una deuda. Ganaba dos a cero a los nueve minutos y ya nunca soltó la presa.

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El abrelatas fue de nuevo Jony, sensacional durante todo el partido. El extremo entró por la izquierda con la autoridad de los buenos futbolistas y sembró el área de balones resbaladizos para Rulli. Marcaron Carmona y Ndi, jugadores poco habituales, prueba evidente de que los hados estaban de cara. Los hados y las manos tiernas de Rulli, que vivió ayer un viernes negro.

Hubo, no podían faltar, unos minutos de angustia. Mientras Elustondo yacía en el suelo sobre la línea de gol, el fútbol seguía su curso. Atacó el Sporting y replicó la Real. Apareció Vela y metió a los txuri-urdin en el partido con un zurdazo inapelable sobre el cuerpo de Elustondo. Un silencio aterrador recorrió el campo más antiguo de España, mientras el banquillo pedía explicaciones al cuarto árbitro, al juez de línea, a diestro y a siniestro, sobre la nueva reglamentación de la fuera de juego posicional y la influencia de un futbolista caído sobre la línea de gol en la jugada. Todo se resolvió con diálogo.

Era el momento crucial. Si el partido se complicaba sería un golpe de tal calibre que quizá los guajes no hubieran logrado recuperarse. Fue entonces cuando el gran depredador dio un paso al frente. Sanabria, que había fallado una ocasión clamorosa anteriormente, se erigió en líder y dictó sentencia. Marcó uno, dos y tres goles para delirio del Sportinguismo y se llevó a casa su segundo balón firmado.

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Con el partido resuelto, Abelardo abrió el capítulo de homenajes. Para ser precisos, lo abrió Luis Hernández, que ordenó el cambio de Sergio, por asfixia, en contra del criterio del avilesino. La ovación recibida compensó al centrocampista. También Dani Ndi se retiró entre aplausos, que retumbaron en todo el campo, salvo en el fondo sur. La puerta grande se abrió para la salida de Jony, que se retiró con honores de estrella. El extremo arrancó su moto en el momento crucial de la temporada, cuando no sirve dudar. Si el de Cangas mantiene este nivel, la permanencia estará mucho más cerca.

El Sporting pasó esta noche fuera de los puestos de descenso, a la espera de ver qué sucede en otros campos. Pase lo que pase, la semana previa a la visita a Valencia será muy diferente de la anterior. Las reservas de confianza se han recargado hasta el límite. Los guajes recibieron ayer un espaldarazo que les refuerza en la creencia de que su sitio está en Primera división. Fue una goleada de orgullo. Una goleada de rabia.