El Sporting sigue vivo: punto ante el Espanyol en un partido de alternativas
Mario González vio anulado un gol por fuera de juego antes de un ida y vuelta en el que la capacidad de Insua para secar al Pichichi Braithwaite resultó determinante
Compitió, tuvo sus momentos y supo aguantar cuando tocó. El Sporting sumó un punto en su visita al Espanyol que no para mucho clasificatoriamente, pero rehabilita parte del destrozo de la jornada anterior en tiempos donde el mínimo detalle puede resultar decisivo. Los rojiblancos vieron un gol anulado por fuera de juego de Mario González para abrir un partido de alternativas en el que la capacidad de Insua para sostener al “Pichichi” Braithwaite resultó determinante. A cuatro jornadas para e final y a dos puntos del play-off, la recuperada imagen reivindicó que el equipo sigue vivo en la lucha por el objetivo.
Mudó el Sporting con cinco nombres. No sólo la entrada de Guille Rosas, Diego Sánchez, Róber Pier, Hassan y Otero dio un giro al equipo. La imagen fue bien distinta de inicio a lo visto la semana anterior ante el Villarreal B. Los rojiblancos protagonizaron una primera parte de alternativas y seria en reglas generales. Vieron anulado un gol y también pudieron recibir alguno. Lo normal. Lo que se espera de un equipo que visita al Espanyol y quiere meterse entre los seis primeros puestos en los coletazos finales de una Segunda loca.
La confianza del Sporting para intentar salir desde atrás ante la presión alta de rival dio muestra de ese recuperado genio para ausentar los miedos. También dio alguna facilidad a un rival que tiene en el último tercio una velocidad de vértigo. Lo sintió el equipo en el primer minuto de juego, tras robarle la cartera Puado a Guille Rosas después del intento del gijonés de recortarle. No se arrugó el conjunto gijonés, respondiendo con armas similares. En su caso, la velocidad la puso Hassan, cosido a golpes para detener cualquier intento de avance. Ahí hacía daño el Sporting.
En el mismo costado de Hassan se inició la jugada que pudo cambiar el partido. No lo hizo por milímetros. Los que dejaron a Mario González en fuera de juego después de un robo de Gaspar sobre Gragera. El burgalés resolvió ante el portero con frialdad de delantero bueno. El árbitro negó la alegría visitante. El Espanyol fue el siguiente en quedarse con la miel en los labios. Un centro desde la izquierda de Brian Olivan no alcanzó a ser despejado por la salida de puños en falso de Yáñez. Dio, al menos, para despistar al rematador, Gastón. Más que conectar con el balón, fue la pelota quien pegó en él para irse fuera, cuando tenía toda la portería vacía para embocar.
Amagó el Espanyol varias veces, intentando aprovechar cada pérdida en campo propio del Sporting. Llevando al límite a Pablo Insua en cada balón dividido con Braithwaite. Un duelo, el de ambos, que fue de lo mejor que estaba dejando el partido. No hubo que lamentar daños para alcanzar el descanso sin goles. También con algún silbido de la nerviosa afición perica, a la que esta temporada no le vale otra cosa que la de ver a su equipo en ascenso directo. El partido no estaba, ni mucho menos, donde quería el Sporting, pero el horizonte empezaba a despejarse.
La segunda parte se inició con los rojiblancos pisando el área rival. Mario González armó una volea demasiado desviada tras saque de balón parado de Cote. Volvió a responder el Espanyol con dos acercamientos peligrosos para hacerse sentir. Salió Fran Villalba por Gaspar en lo que pareció un intento de crecer con balón cuando los pericos comenzaban a adueñarse de la posesión. Empezó a meter, peligrosamente, a los rojiblancos en su campo. Ahí está la importancia de la lectura de los partidos. Guille, una caída y a enfriarlo todo. Milla Alvéndiz inició un carrusel de tarjetas a raíz de una entrada de Brian Oliván a Guille que derivó en jaleo. El parón, con Hassan viendo la quinta amarilla, dio para cosas buenas. Permitió tomar algo de oxígeno al Sporting y apaciguar el ímpetu local. El partido era ya cuestión de detalles.
Los últimos diez minutos descubrieron a un Sporting con una mezcla de temor y cansancio arriba, mientras el Espanyol parecía jugar cuesta abajo hacia la portería de Yáñez. La tuvo Braithwaite en una de las pocas que cedió Insua. Y la tuvo Queipo en una contra llevada por Roque Mesa. Al canterano se le fue por encima del larguero. Tuvo otra en el añadido, mal resuelta para Otero hacia la banda, cuando Villalba y José Ángel enfilaban solos por el otro costado. Pudo ser cualquier cosa y terminó en empate.
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