Oviedo, J. B.

Agustín Bravo es un rostro ya clásico de la televisión. Ha pasado por multitud de programas y por las grandes cadenas nacionales. En la actualidad está en TV de Castilla y León, con el programa «A buenas horas». El sábado conducirá en en el auditorio de Oviedo la gran gala final de «Rumbo a la fama» en la modalidad de interpretación, categoría que debutó este año con una muy buena acogida de público. Bravo estará en el escenario con Elena de la Fuente, la presentadora del programa concurso que patrocina el Ayuntamiento, con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA. Las invitaciones para asistir a este espectáculo se pueden recoger, de forma gratuita, en las taquillas del teatro Campoamor.

-¿Qué opina de estos concursos?

-Es una forma de sacar a la luz el talento.

-En el que presentará en Oviedo, «Rumbo a la fama», se buscan actores y actrices

-Me parece muy buena idea. Yo creo que cuando surge algo con talento los programas vuelven a tomar impulso. Todo depende del contenido. El formato no se quema. «OT» fue un éxito el primer año en TVE, el segundo perdió gas, el tercero fue un desastre? ahora está resurgiendo. Siempre depende de los artistas.

-¿Y del presentador?

-No tenemos tanto poder. Con un buen programa y un mal presentador se funciona; no estoy tan seguro de que funcione al revés. Lo que hace bueno a un programa siempre es el contenido.

-¿Está saturada la tele de este tipo de concursos?

-Se han dado cuenta de que es un contenido fácil, entre comillas. Ahí están programas como «Tienes talento» y otros por el estilo en los que vale todo: un niño que canta flamenco o la señora mayor que baila. No es nuevo. Eso ya lo hacía Íñigo hace años. Pero hay otros programas que sí buscan gente con talento.

-¿Esto de buscar actores y actrices es más complicado que buscar cantantes?

-Es una muy buena idea que en su día ya hizo, en Antena 3, «Estudio de actores», aunque rápido lo retiraron. Me alegro de que lo hagan en «Rumbo a la fama»; es un formato ganador.

-¿Son llevaderos los concursos o molesta el tener que dar un perdedor?

-La cara que se le queda al que no gana? necesita apoyo inmediato y mucho cariño. Pero sí, desde el minuto uno se sabe que va a ver que pasar un mal trago.

-¿Qué le gusta más de TV?

-El magacín. Es el formato de programa más completo: en directo y con público. Te sientes pleno y pletórico. Ahí está todo: entrevistas, concursos, el directo, el público... El directo, para mí, es una ventaja. El saber que manejas el tiempo. Y que está garantizado el que no te van a cortar ni a editar, que sale tu trabajo tal cual.

-¿En las cadenas autonómicas hay menos presión respecto a la audiencia?

-Al principio es mucho menor. Dan unos meses. Claro que todo va en proporción: estás más tranquilo, pero las responsabilidades aumentan.

-¿Va demasiado deprisa la televisión actual?

-Ahora vale todo, cualquier persona sin experiencia puede tener un programa. Antes la veteranía era un grado. Al telespectador se le ningunea. No tiene fuerza. Cómo puede ser que Hermida no haga nada, que Íñigo no haga nada o que acabe en una isla («Supervivientes») donde parecía el Padrino.

-¿Algún referente?

-Hermida, Íñigo... ¿le parece poco? Lo que ocurre es que los directivos de la tele rotan y cada uno se lleva su equipo. Y tienen la manía de que cuanto más jóvenes mejor. Hay compañeros de mi época, que trabajaron en el equipo de Hermida, que ya no están. Se me viene a la cabeza Concha Galán. Los que tenemos 40 años...

-¿Cuál fue su mejor momento profesional?

-Yo me sentí muy a gusto en Tele 5. Fue una etapa bonita en la que todos hacíamos de todo. Conocer a Jesús Puente o a cómicos que lo han sido todo ha sido un placer personal y laboral. Aquello de Tele 5 fue una explosión de color, con Lazarov, las Mamachichos, la pantalla amiga, etcétera.