A Pepu, el del «¡ba-lon-ces-to!», se lo cargaron por ganar un Mundial, el único y último probablemente, y quedar segundo en un Europeo. Seguro que Pepu le tocó la campanilla a su presidente en alguna ocasión. Pero es evidente que el presidente, Sáez, le tocó la canasta a Pepu. Pongamos un empate en putadas: el presidente debe de envainársela. No estamos para tirar entrenadores campeones. Si no que copie de Villar, el que manda en el fútbol. Aguantó a Luis, todo un campeón, contra viento y marea. Además no sólo defendió al celebrado (o no) Sabio (o no) de Hortaleza: lo amarró a la Roja aún habiendo anunciado el interesado que se iba si no cumplía con los objetivos. Se cepillaron a Pepu. Ya sólo falta que se lleven por delante a todos los del tenis, ya en semifinales de la Davis, que también andan a la greña con su presidente, Pedro Muñoz. Nuevo silogismo: se va Pepu, luego sigue Luis... y Villar, y José Luis Sáez y Muñoz.