El viaje de Richardson parte de Oviedo. La capital, pequeña y coqueta ciudad en la que se encuentran exquisitos tesoros del arte prerrománico como Santa María del Naranco, entre pastos, o San Julián de los Prados, con pinturas que recuerdan el arte bizantino. Califica a la ciudad de coqueta, con un encantador aire burgués. En la imagen, la estatua de Woody Allen.

Oviedo,

María José IGLESIAS

Es hora de cambiar el rumbo. Si hasta ahora azur ha sido el adjetivo de la costa más exclusiva de Francia -la Costa Azul, naturalmente-, el término se amplía a Asturias. La culpa es de Paul Richardson, escritor y crítico gastronómico residente en Andalucía y prendado del Principado. Tanto es así que ha dedicado a la región un reportaje en «The Guardian», baluarte de la prensa «very british».

Richardson llegó al norte de la mano de Guillermo Mañana, médico retirado que adora las montañas asturianas. Con él ha descubierto el valle de Somiedo, la Reseva Natural de Redes, los Picos de Europa y las playas del Oriente. En el reportaje se cuela algún que otro error. Muñiellos por Muniellos o aplicar el Atlántico al mar Cantábrico que baña las costas de Llanes.

Queda disculpado. El reportaje es un auténtico canto a Asturias. En el que anima entusiásticamente a descubrir la «pura belleza secreta» de una tierra que se siente obligado a desvelar a sus lectores... «antes de que sea demasiado tarde». Tampoco ahorra críticas a la destrucción de las costas con especial referencia a Llanes, definida como una «colonia vasca», por la cantidad de familias de la región vecina que tienen su residencia de vacaciones allí. El autor considera «inexplicable» que un lugar tan fascinante, por su comida, sus paisajes, sus playas y su arte prerrománico, no sea visitado por más gente.

Los ojos británicos del escritor se han llevado la impresión de una región muy española, en algunas cosas y sorprendentemente diferente al resto del país. Lo atribuye a la herencia céltica y a una cultura opuesta a la mediterránea. Un microcosmos con todos los climas de España, rodeada de montañas nevadas y costas maravillosas que la delimitan y la protegen.

De párrafo en párrafo saltan sorpresas. Una de ellas, el hecho de que Asturias encierre no menos de 24 reservas naturales y tres de los parques naturales más grandes de España.

Como inglés aclimatado al Sur, Richardson lamenta que ha vivido tres meses de primavera sin una gota de lluvia. «Un paisaje desesperantemente aburrido». Llegó a Asturias buscando los verdes de las montañas desde las que se divisa el mar, las escenas rurales y los modestos placeres urbanos, sin olvidar el interior salvaje, la comida tradicional y la gastronomía contemporánea que apunta alto en la región. No falta la alusión a Woody Allen y al romance que mantiene con Oviedo desde que recibió el «Príncipe de Asturias». Richardson comenta que la ciudad aparece en la película «Vicky, Cristina, Barcelona». «The Campoamor Opera House», el teatro Campoamor, es «una cajita de bombones donde han cantado Monserrat Caballé y Plácido Domingo». Camilo de Blas, Rialto, Peñalba y Casa Fermín -donde tomó salmón del Sella- también forman parte del recorrido adornado por el sabor de los quesos de Cabrales, Gamoneo o afuega´l pitu y la fabada, acompañada de carnes ahumadas y salsas (así define al compango), menestra, empanada y por supuesto sidra. Richardson se ha convertido sin querer en improvisado embajador de Asturias. El reportaje está documentado con el peso de la historia: «Asturias era un reino antes que Fernando e Isabel inventasen España, fue el núcleo de la Reconquista. Por eso los asturianos dicen que Asturias es España y lo demás tierra conquistada». Así lo cuenta el autor. Sin duda, Asturias le ha conquistado a él.

La ruta del Cares, a través del «river Cares» (el río Cares) señoreada por los Picos de Europa, ha impresionado al autor británico, que también recomienda un paseo por los puertos de Gijón, Avilés y Lastres. En el paladar se ha llevado los tortos de maíz de Casa Marcial y en la retina el lagar o el salón de baile de la casa en la que ubica el restaurante. En la imagen, el puerto de Lastres.

El escritor considera «inexplicable» que Asturias no reciba más visitantes Para él, la región es un microcosmos con todos los climas de España, muy española y diferente por su herencia céltica

Paul Richardson ha sido abducido por los paisajes y ciudades de Asturias. También por la sidra y los quesos. Un día de su viaje lo ha dedicado exclusivamente a probar la bebida regional. Otro, a degustar los manjares de leche que se producen en la mayor mancha quesera de España. En la imagen, distintas variedades de quesos asturianos.