Los que somos de naturaleza torpe pasamos bastante de los Juegos Olímpicos, y reconocemos que estos días nos da pereza encender el televisor. Hay gente a la que nunca le ha enganchado un deporte, aunque lo hemos intentado. El último con el que me atreví fue el esquí, de esto hace ya seis años y estoy orgullosa de haber descubierto una nueva modalidad: el esquí tumbado. Se trata de dejarse caer e ir buscando pendiente para ir bajando la montaña, se hace con la espalda pegada a la nieve y ni siquiera son necesarios los esquís. Esto lo hago desde que un día pillé tanta velocidad que acabé abrazada a un padre de familia para frenar. «Antonio Pérez, sevillano», me dijo. «Encantada, gracias por salvarme la vida», le respondí. Cada vez que me apunto al gimnasio los monitores me cuentan lo mismo, me dicen que a los 21 días de hacer deporte ya me voy a enganchar porque se crea un hábito. Llevo 31 años de retraso, señores monitores, cuando descubran un deporte de hacer sentado igual me engancho, como a poner los JJ OO para dormir la siesta.