El mar que llamaba la atención ayer en Rodiles era el formado por el cúmulo de coches apretujados en la entrada de la playa del concejo de Villaviciosa. Nadie se quería quedar sin un sitio para disfrutar de la mañana de sol, y algunos tuvieron que recurrir a las cunetas para conseguirlo. Solo los previsores que llegaron a la playa antes del mediodía podían tumbarse en la arena sin tener que sufrir por el camino.

Rodiles y su aparcamiento hasta los topes sirve para explicar una jornada festiva en Asturias, con sol sin fisuras y unas temperaturas de auténtico lujo, en torno a los 26 grados en las horas centrales del día. Quién los quisiera.

En Los Lagos, que es foto de postal y lugar de turismo todo el año, al filo del mediodía más de 3.000 usuarios habían contratado los servicios del operativo del Plan de Transporte en servicio público. En las brañas, ambiente veraniego y campestre por todo lo alto.

De vuelta a Rodiles, los protagonistas de este reportaje fueron precisamente los madrugadores. "Hay gente todos los días, pero hoy nos sorprendió que llegando a las once y media ya se aparcaba mal", aseguraban Carmen Fernández y Roberto del Campo, un matrimonio de Selorio que ven el ir y venir de coches diario, ya que el pueblo se encuentra muy próximo a Rodiles.

A partir de las diez de la mañana ya empiezan a llegar candidatos a bañistas a la playa. "Hay que llegar antes de las once, si no, imposible", señala Ana Crespo, una madre de familia que frecuenta el arenal de Rodiles con cierta regularidad. Crespo cree que ir a la playa para meterse en un atasco "no merece la pena y es mejor madrugar".

Pero también hay a quien no le importa tener que estar dando vueltas para encontrar aparcamiento. Cómo Carlos Luis Saavedra que dice ir siempre a la playa a la hora de comer para aprovechar la mañana haciendo deporte. "Es incluso más fácil llegar que por la mañana", asegura.

El problema añadido ayer fueron los atascos que se dejaron sentir en la autovía del Cantábrico, en dirección a los concejos del Oriente. Las retenciones más significativas llegaron hasta los 14 kilómetros en las inmediaciones de Villaviciosa, en el entronque de la Autovía del Cantábrico (A-8) y la Autovía de Oviedo a Villaviciosa (A-64). La caravana llegó a San Miguel de Arroes, ya cerca del límite con el concejo gijonés.

Así que algunos llegaron tarde a Rodiles porque los atascos les marcaron el ritmo (lento) y porque, a pesar de las buenas intenciones de madrugar, al final las sábanas se pegaron más de la cuenta. Sobre todo los que vivieron una noche larga de vísperas de Begoña por las calles de Gijón.

"Nosotros siempre tenemos la intención de venir antes, pero entre levantarse y prepararlo todo para los niños se nos hace tarde", señala Israel Casado, que a las dos de la tarde estaba llegando a la playa de Rodiles junto a su familia después de haber "tenido suerte para aparcar rápido". Echando un vistazo a la acumulación multicolor de chapa de automóviles, encontrar hueco requiere suerte y buena mano.

El día de ayer, por supuesto, tenía todas las papeletas para colapsar carreteras y zonas costeras: mediados de agosto, festivo y día de sol. Era algo previsible que no todo el mundo vio venir y, como siempre, son los madrugadores los que se llevan los mejores sitios de las playas. Pero, para la próxima, seguro que alguno que otro decide adelantarse un poco la alarma del despertador. Que decida levantarse... eso ya es otra cosa.

El tráfico, como se sabe, tiene vida propia. Los atascos de la mañana no se reprodujeron por la tarde, quizá porque la mayoría de los automovilistas los temían y escalonaron el regreso. A última hora de la tarde la circulación era intensa, pero sin retenciones en la autopista Oviedo-Gijón-Avilés, y en la autovía del Cantábrico. En la N-634 hubo tráfico lento, con algunas paradas, a la altura de Canero.

En el Oriente asturiano hubo relativa "procesión" por carreteras de Cangas de Onís, Ribadesella y Parres. No era para menos después de la "romería" vivida en Covadonga y Los Lagos (24 grados a pie del Enol, para hacerse una idea). Aparcar al mediodía en cualquiera de los parkings del Real Sitio de Covadonga era poco menos que una utopía. Los aparcamientos adscritos al Plan de Transporte a Los Lagos también quedaron al cien por cien de ocupación.