La luz de diciembre se abre paso entre las nubes y, en unos segundos, pone a brillar los campos y los árboles que se cobijan, de las primeras nieves, bajo el Cuera. Tantos colores, tantos verdes distintos y marrones, tanto aire salado y tanta soledad acompañada por la propia tierra son pequeñas joyas para el espíritu y buen alimento para el alma de quien las contempla y las admira. Es diciembre, sí. Asturias, en Vidiago, está vestida de gala. Nieve, hojas de otoño, Cantábrico sosegado, caminos alfombrados por mil verdes y fuentes que hablan de la historia de la gente del pueblo en el rumor del agua que cae, se perciben con claridad cuando quien muestra el lugar en el que vive lo hacen con pasión y con orgullo. Tal es el caso del artesano quesero Tomás Rubio López, elaborador del queso de Vidiago, Collera.

Riego es la localidad de Vidiago en la que vive y trabaja mano a mano con Manuel Collera, hijo del fundador de una quesería artesanal que en 1940 puso sobre la mesa sus primeras elaboraciones hechas con leche de vaca. Hoy ya cuenta con cuatro tipos de queso: el realizado con leche de vaca, el de cabra, el de oveja y un queso en aceite de oliva extra virgen de leche entera de vaca. El carácter artesanal de este queso de pasta prensada, la riqueza de su sabor y su identidad propia son algunas de sus características primordiales, así como el mimo y el cuidado con el que se elabora. Lo dice el maestro quesero: «Para hacer buen queso, además de saber hacerlo, hay que tratarlo con mimo, con cariño, sin mirar el reloj, con el tiempo que precise. Esto es fundamental para lograr un producto de calidad».

Tomás Rubio, en su tiempo libre e incluso cuando el tiempo no lo permite, gusta de perderse por los paisajes asturianos. Montañero y caminante, amante de la naturaleza y del silencio, este astur-andaluz es un enamorado de la localidad en la que vive, por eso invita al viajero a conocer el pueblo de Riego, a callejearlo y descubrir su iglesia, su fuente de agua clara y su lavadero, atravesando un sendero completamente alfombrado de hojas. Luego recomienda subir hasta el ídolo de Peña Tu, descubrir el Valle Oscuro y, si aún quedan ganas de caminar, finalizar el día admirando la fuerza vertical de un mar que esculpe olas en el aire, desde lo más profundo de los bufones de Arenilllas.