La historiadora berlinesa Heike Görtemaker acaba de publicar en Alemania la primera biografía académica de la amante de Adolf Hitler. «Vivir con Hitler», título del libro recién editado, desmiente la imagen tradicional de «rubita tonta» de la mujer que compartió con él los dieciséis años más intensos de su existencia y la que mejor lo conoció: Eva Braun.

Los historiadores nunca han prestado mucha atención a la mujer que vivió y murió al lado de Hitler. Heike Görtemaker está convencida de que Eva Braun era mucho más que su dócil e insulsa amante, de que «compartía sin ambages la visión del mundo y las ideas políticas de Hitler» y que, consecuentemente, podría aportar una mejor perspectiva de la figura del Führer. No se ausentaba cuando él emprendía una discusión política y es más que probable que en muchas ocasiones ella fuera la única oyente de sus habituales monólogos, muchos furiosamente antisemitas.

Adolf y Eva se conocieron en 1929 en el laboratorio fotográfico de Heinrich Hoffmann, miembro del partido nazi y amigo personal de Hitler. El líder nazi pasaba por allí a menudo y reparó en la nueva ayudante de inmediato. Sólo tenía 17 años -él ya contaba 40-, era guapa, alegre e ingenua. «¿Me permite invitarla a la ópera, señorita Eva?», se ofreció Hitler, y así comenzó su historia de amor, que terminaría años más tarde en el búnker de la Cancillería alemana, con una boda, una pistola y dos pastillas de cianuro.

Eva Braun era hija de una familia modesta, de una modista y un maestro de escuela. Antes de consolidar su relación, Hitler encargó investigar su árbol genealógico para descartar que tuviera antepasados judíos. Acabó siendo «la novia del monstruo», y su vida, según Görtemaker, sólo es relevante porque la vivió con Hitler».

La suya fue una relación apasionada y tormentosa. Eva intentó sucidarse dos veces; la primera, en 1932, con la pistola de su padre, y la segunda, en 1935, con somníferos. El motivo fue el mismo en las dos ocasiones: llamar la atención de su amante, cada vez más volcado en su carrera política y en sus obligaciones de Gobierno. El suicidio llegó finalmente, pero no como ella lo había imaginado en aquellas ocasiones, sino juntos y derrotados. Aquello ocurría el 30 de abril de 1945.