La segunda jornada de la Cibeles Fashion Week estuvo dedicada ayer a los diseñadores veteranos, que mostraron unas colecciones diversas y variadas. La primera diseñadora que subió sus modelos a la pasarela durante la mañana fue Elisa Palomino, con una colección inspirada en el mito de Perséfone. Las modelos, convertidas en ninfas, vestían una cascada de volantes y fino encaje. Telas con suaves estampados florales cobraban vida y los pétalos de chiffon surgían por todas partes.

Martin Lamonthe, por su lado, presentó a un ciudadano moderno que se mueve por la ciudad de Los Ángeles, siendo su colección un claro reflejo del sueño americano de los años cincuenta y sesenta, mientras que el diseñador Ion Fiz, inspirado en el exquisito dulce «macaron», mostró una ropa voluptuosa de tonos pastel para vestir a una mujer llena de sensualidad y, al tiempo, moderna. El crema vainilla, lavanda, el azul nauge, opuntia, verde agua, rosa y el negro fueron sus colores.

María Escoté descubrió al público su colección «No me olvides», en la que evoca el amor perdido en mujeres que visten pantalones campana, blusas cortas y faldas adornadas con grandes perlas. Las modelos, peinadas con el pelo liso y adornadas con coronas de rosas, llevaban complementos de todo tipo como pendientes de perlas y cinturones dorados donde se puede leer «No me olvides».

María Barros, Montse Bassons y Elena Martín también presentaron sus trabajos durante la mañana. Por la tarde, lo que más se vio sobre la pasarela Cibeles en su segunda jornada, fue mucho cuadro, así como un retorno a los años sesenta californianos, de Capri o de Cannes, con prendas ajustadas y de corte muy lencero. Entre los diseñadores veteranos estuvieron Teresa Helbing, que mostró una colección donde la piel fue la auténtica protagonista de la colección primavera-verano. Los abrigos de verano, las faldas con el talle a la cintura y los tops de piel son algunas de sus prendas estrella.

«Lepidóptera», colección de Juana Martín, inspirada en el Cannes de principios de los sesenta, con una línea de baño en rosas y violetas de cinturas bien marcadas y vestidos de grandes volúmenes, también desfiló por la tarde, al igual que los modelos de Dolores Cortés o Guillermina Baeza.

Bajo el nombre «Chercher la femme», Baeza recuperó el espíritu del baño francés de la época con el blanco y negro como colores principales, con toques de morado, verde y coral, además de con los cuadros, los volantes y las puntillas que daban forma a bikinis, bañadores y culotes.

Tras el desfile de Antonio Alvarado, Carlos Díez cerró la primera jornada de los diseñadores consagrados y con «Calipso» se ha desquitado de su gusto por la bandera de EE UU y las clásicas condecoraciones militares, llevándola a infinidad de prendas de la colección.