Para las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) acudir a la peluquería, aunque solo sea para realizarse un sencillo corte de pelo, no es una tarea fácil. Las máquinas y los secadores hacen ruido, el profesional tiene que mantener con ellos contacto físico y, a menudo, reciben una serie de órdenes. Aspectos que no suelen gustarles y pueden convertir el proceso en una experiencia, cuando menos, desagradable. Pedro tiene cinco años, es autista y desde hace un año acude a la peluquería Valdés Barber Company, de Lugones, a cortarse el pelo. "Tanto para él, como para mí, venir a cortarle el pelo es toda una odisea", explica su madre, Esther Fernández. Ella es la responsable de que, desde este jueves, el salón cuente con una serie de pictogramas que anticipan, no solo a Pedro, sino a otros niños de su misma condición, todo el proceso por el que van a pasar. Y eso lo hace todo más sencillo y agradable.