La Mata (Valdés),

Ignacio PULIDO

Viaje a las entrañas del océano o, mejor, a las entrañas del mamífero marino más mítico: la ballena. LA NUEVA ESPAÑA fue testigo de excepción de la necropsia practicada a una pequeña cría de rorcual aliblanco hallada el pasado sábado en la playa riosellana de Santa Marina, el primer ejemplar de estas características que analiza la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas (Cepesma) desde que se ocupa de los varamientos. En esta ocasión, el ejemplar, aún lactante, falleció probablemente por inanición como consecuencia de la pérdida de su madre. Los técnicos sostienen que permaneció unos cinco días sin alimento hasta que varó en el arenal, lugar donde halló la muerte.

La observación general de la anatomía exterior es el paso preliminar de toda necropsia. «Hay que ser muy minucioso porque se puede encontrar mucha información. En muchos casos los ejemplares muestran huellas de aparejos de pesca, de heridas por depredación o ataques, amputaciones, úlceras o daños por traumatismos», advierte Luis Laria, presidente del Cepesma. «Es muy importante no moverlos mucho para no alterar las condiciones del varamiento».

A continuación, los técnicos del Cepesma toman las biometrías o mediciones anatómicas de las distintas partes del cetáceo y se determina el grosor de su capa de grasa. «Acto seguido, se procede a practicar una abertura en la zona inmediatamente anterior a la primera costilla flotante. De este modo se da acceso al paquete intestinal y al área genital del ejemplar», precisa Laria, el cual comenta que «el intestino se registra minuciosamente en busca de alteraciones y patologías». «En muchos casos se encuentran nodulaciones, quistificaciones, parásitos y objetos extraños como líneas de nailon, anzuelos o plásticos», enfatiza. Tras comprobar otras vísceras cómo el hígado, se realiza un análisis del estómago, el cual se compone de tres partes diferenciadas. «Esto permite determinar el estado de su alimentación. En muchos casos se encuentra vacío y en otros hay restos de peces, cefalópodos o crustáceos cuyos restos vierten gran información. Además, cabe decir que es una zona donde es frecuente la presencia de parásitos, especialmente Anisakis, cuya presencia se ha multiplicado durante el último lustro», lamenta Laria.

La inspección de los pulmones es una pieza clave en el proceso. «Puede dar a entender si la muerte fue debida a la asfixia, a una captura accidental o a cualquier otra razón, ya que cuando se dan estos casos existe una expansión con rotura vasal y con espumación sanguinolenta en el árbol bronquial», afirma Laria. Finalmente, se comprueban el esófago, la boca, las denticiones y el espiráculo.

La necrosis de un cetáceo paso a paso:

-Toma de biometrías y análisis dérmico.

Durante esta fase se toman medidas del ejemplar y se buscan lesiones a nivel dérmico.

-Análisis del estómago, los pulmones y el corazón

Se trata de un paso clave puesto que en gran medida ayuda a determinar las causas de la muerte.

-Comprobación del paquete intestinal

El intestino se estudia minuciosamente en busca de patologías o alteraciones tales como quistes o nódulos.

-Inspección de la boca, esófago y espiráculo

Se trata del último paso a seguir durante la necropsia tras haber registrado el resto de vísceras.

-Medida del grosor de la capa de grasa

Incluida en la toma de biometrías, ayuda a entender la capacidad del estado del animal