Oviedo, Pablo GONZÁLEZ

Despejada la incógnita por el propio interesado de cuál es la fecha de caducidad de la era Areces en Asturias, sólo queda por conocer el momento en el que se hará oficial el nombre del próximo candidato del socialismo asturiano en las próximas elecciones. Y es que lo más importante de este proceso que se abre, que no es otra cosa que encontrar un sustituto para Areces, ya ha sido resuelto hace tiempo. Que Javier Fernández (Mieres, 1948), secretario de la Federación Socialista Asturiana (FSA), va a ser el elegido para tratar de frenar el asalto al poder de un PP empujado por la crisis, ya es una realidad asumida por casi todos hace bastantes meses. Tan seguro es esto como que de sus labios, y seguramente de nadie de su entorno de confianza, saldrá ni una palabra sobre su candidatura hasta que los órganos del partido decidan.

Así, este proceso pasa por el próximo día 17. Ese sábado se celebrará un comité federal extraordinario que fijará los plazos y el calendario para el proceso de designación de candidatos a las elecciones autonómicas y municipales, que tendrán lugar el próximo año. Tras esto la FSA convocará un comité regional para designar a sus candidatos para las elecciones autonómicas y municipales de 2011. Será cuando la elección de Javier Fernández acabe con la bicefalia del PSOE asturiano y una en su persona la secretaría general del partido y la cabeza de lista, algo tradicional en las filas socialistas.

También será el fin de un proceso que muchos califican de «modélico». Desde un principio Fernández ha tratado de que el debate sucesorio no afectase a la unidad interna del partido. Quizá sea porque aún recuerda lo alterado que estaba el patio socialista cuando se hizo con las riendas de la FSA en el año 2000 y el trabajo que le costó controlar a las iras fratricidas de los distintos clanes que conviven bajo la bandera del puño y la rosa en Asturias. Lo primero que tuvo que hacer fue salir elegido como secretario general. Lo consiguió tras un reñido congreso en el que ganó al candidato arecista, Álvaro Álvarez, por un puñado de votos. El congreso tenía marcado a sangre y fuego lo sucedido por aquel entonces con Cajastur, cuando Areces trató de hacerse con el control de la entidad bancaria. Pero no contaba con la oposición frontal del SOMA de José Ángel Villa. Areces perdió aquel pulso poco después de ganar sus primeras elecciones por mayoría.

En este ambiente Fernández tuvo que comenzar a trabajar para tratar de cerrar las heridas que dejó aquel convulso proceso. El próximo candidato a la Presidencia del Principado contó con la colaboración de José Blanco, actual ministro de Fomento y por aquel entonces nuevo secretario de organización del PSOE. Sus valedores destacan su trabajo como pacificador, su capacidad para guardar las distancias y tener claro cuál era la función del Gobierno y cuál la del partido. Tanto es así que durante años se mantuvo en un discreto segundo plano. Hay quien dice que no le costó mucho, debido a su timidez. Así que en su agenda sólo aparecían las citas políticas de rigor. Poco más.

Pero de unos meses a esta parte, y tras confirmar a Ferraz que estaba dispuesto a sustituir a Areces, comenzó a desplegar todas sus capacidades y a poner negro sobre blanco sus planteamientos políticos. En sus discursos se ha mostrado crítico con los grandes capitales y los mercados financieros, a los que no se cansa de señalar como culpables de la crisis. Incluso defendió la subida de impuestos cuando desde Madrid se dijo que no tocaba y exigió más decisión en la lucha contra el fraude fiscal.

Pero no sólo tiene conocimientos de «fontanería» política. En lo académico, Fernández es ingeniero de Minas y diplomado en ingeniería ambiental. Y como gestor cuenta con su experiencia al frente de la Dirección General de Minas (1991-95), y el año que estuvo como consejero de Industria, Comercio y Turismo (1999-2000) en el primer gobierno de Areces antes de ser reclamado para la FSA. También fue diputado nacional y en la actualidad es parlamentario regional y senador por Asturias.