Candás (Carreño),

Braulio FERNÁNDEZ

Como nenos de Santolaya se conoce a los niños y jóvenes que correteaban y corretean por las calles del viejo barrio de pescadores de Candás. Tienen edades muy diferentes y algunos incluso difieren en el lugar de residencia actual, pero los une como lugar de origen uno de los barrios de mayor raigambre de la villa, ya que el que nace en Santolaya tiene todo lo que define a un buen candasín, dicen.

En la noche del viernes, como cada último fin de semana de septiembre desde 1994, los nenos volvieron a reunirse para celebrar con sidra, comida y canciones, que habían vuelto a verse. Y así, un año más.

La convocatoria del acontecimiento es grande, porque nadie quiere perderse la ocasión de compartir mesa con «lo mejor y lo peor de Candás», como dicen ellos, y cada vez se suman más personas. En la velada de anteanoche, sin ir más lejos, se produjo el «bautizo» de dos nuevos miembros: Alvarín de Panzina y Mundo el Pulgarín. Pero al mismo tiempo hubo un recuerdo muy especial para los fallecidos, aquéllos para quienes la cena del año anterior fue la última. «Este año hemos echado mucho en falta a Luis Artime, que era uno de los pilares de la reunión y que cada año esperaba y preparaba con anhelo», explica Tito Aramendi, otro de los promotores del evento.

Uno de los momentos más esperados por los más de sesenta nenos que se juntaron este año es la entrega de una placa conmemorativa a los más veteranos, y que cada año ve menguar la edad de los receptores. En esta ocasión, se homenajeó a Luis Muñiz Muñiz y a José Manuel Rodríguez Cuervo.

Lo curioso es que por los nombres nadie los conoce en Candás, algo que cambia si hablamos de «El Pájaro» y «Lolo», ya que, como es de costumbre entre los nenos, no hay uno que quede sin mote. «No somos los más viejos, sino los mayores de edad sin premio», aclara Muñiz, que considera la entrega de la placa un hecho «anecdótico pero que agrada un montón».

Para Rodríguez, «lo más importante es estar reunidos, aunque sea una vez al año, porque es cuando puedes ver a mucha gente con la que no tienes ocasión de encontrarte el resto del tiempo». Ni Muñiz ni Rodríguez se olvidaron tampoco de su amigo Luis Artime: «Este año nos falta Luis, y su ausencia se deja sentir».

Cada uno de ellos guarda en su memoria postales del viejo barrio, que ya forman parte de la historia de Candás. Para Muñiz, una de las más bellas es la de los juegos infantiles. Jugábamos a las chapas junto a lo que hoy es el Ayuntamiento. Ahí estaba el «Capitán Trueno» encorsetado en la chapa, y para protegerlo utilizábamos cristales que moldeábamos en los zócalos de la fachada del Ayuntamiento, que era de piedra», explica.

Por su parte, Rodríguez se acuerda aún hoy de todos sus vecinos, casi como quien recita la tabla de multiplicar: «Detrás de mi casa estaban Fermín, Genaro, Marcelino, Luis Genaro, Alfonso...» Y así durante un largo etcétera. Y es que eso es algo que distingue a los nenos de Santolaya, que siempre se acuerdan los unos de los otros aunque sea sólo por una vez al año.