Silencio en el epicentro del terremoto Villa. La dirección del geriátrico "La Minería" de Felechosa (Aller) no quiso decir ayer ni pío de la operación policial que sacude al exlíder del SOMA, José Ángel Fernández Villa, y al expresidente del Montepío de la Mutalidad de la Minería Asturiana, José Antonio Postigo. Los que sí cantaron, y mucho, fueron los propios alleranos a la puerta de la residencia de mayores. Menos guapo, al "tigre" sindicalista lo llamaron de todo. "Jeta", para empezar. "Metió la uña hasta al fondo. Está por los suelos, pero ojalá llegue más abajo", expresaron los primos Juan y Valentín Revuelta, a escasos metros del gigante de ladrillo levantado en medio de un espectáculo natural.

En el geriátrico se quedaron tan mudos como la escultura de Prado Gela en homenaje a la familia minera, situada a los pies del edificio. El director, Leonardo Díaz, rechazó hacer declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA, según trasladó la recepcionista. Tampoco los residentes pudieron hablar; la misma empleada negó a este periódico entrevistar a los usuarios. ¿La razón? "Es que algunos de ellos están tutelados". La cuestión es que el "juguete" de Villa se cerró a cal y canto a la prensa, pese a que las "historias" del exsecretario general del SOMA, como dicen los vecinos, no paran de multiplicarse.

El ruido subió de volumen, sin embargo, en Felechosa pueblo y en las afueras del geriátrico. Aunque recibieron baños relajantes durante la tarde, los que salieron de la residencia y spa desprendieron malhumor. Todos conocían el último capítulo del culebrón de Villa y Postigo: la "operación Hulla", que finalizó ayer con la detención de al menos cuatro personas (entre ellas, el propio expresidente del Montepío). "A Villa no lo puedo ni ver. Lo peor es que no va a ir preso por eso de la demencia. Pero al menos que devuelva todo lo que robó", dijo José Antonio García en compañía de Josefina Alonso. Ambos esperan que la trama no afecte a Felechosa ni a la residencia del Montepío, que después de cinco años obtuvo por primera vez beneficios en 2016. En concreto, 705.341 euros más que el ejercicio anterior mientras que el geriátrico acumuló entre 2012 y 2016, unas pérdidas de 2,8 millones.

"El pueblo no tiene culpa de nada y no me gustaría que se relacionase Felechosa con todo este jaleo", indica Sonia Ortiz, junto a su perro "Cofi". A su juicio, el geriátrico es positivo para Aller, ya que creó puestos de trabajo. Lo mismo opinaron Soco Fernández y María Alonso, con familiares trabajando en la actualidad en el Montepío. "Tenemos que estar agradecidos a la obra. Está ahí, ya hecha y da beneficios. No podemos echar contra ella. Otro tema es que a su cuenta hayan robado. Los que lo hicieron que paguen por ello", comentan, para rematar: "Son unos jetas". Pese al cabreo, el disgusto imperó en Aller. "Aquí ya nadie defiende a Villa. Pasó de estar arriba del todo a bajar hasta al suelo. Y ojalá llegue más abajo", insistió Valentín Revuelta.