Seguramente la reciente escalada de los precios de la gasolina nos haya vuelto a hacer pensar en el debate del uso del coche privado. Será muy difícil lograr que entremos por el aro de que, necesariamente, tendremos que prescindir de comodidades que hasta ahora considerábamos privilegiadas. No quedará más remedio que volver a mirar los trenes y los autobuses en Asturias como el más recomendable medio de transporte, al igual que ocurre en las grandes ciudades. La UE se plantea prohibir en el año 2050 el paso de coches de combustibles fósiles por el centro de las ciudades, pero es posible que esa medida acabe implantándose antes. Conozco a personas que se desplazan en el coche sólo para cruzar un par de manzanas y que incluso llegan a estacionar el vehículo a la puerta del supermercado, en doble fila, para tener que moverse lo mínimo. Habrá protestas, sin duda, pero no quedará más remedio. E imaginarnos el actual abuso del coche será tan extraño como mirar ahora esas fotos de médicos fumando en su consulta.