Los trabajos arqueológicos desarrollados en el número 33 de la calle Rivero han permitido descubrir vestigios medievales que apuntan a la existencia de actividad artesanal más allá del núcleo amurallado. Los arqueólogos han localizado un empedrado de cantos rodados fechado en el siglo XVII gracias al hallazgo de una moneda y que permite definir el trazado de la antigua calle de Rivero, que en este sector tendría más anchura que la actual y muy posiblemente contaba también con soportales en ese tramo, hoy desaparecidos.

Esa moneda es un resello. "Se ponía un cruño a las monedas para darles un nuevo valor y volver a ponerlas en uso. Eso hallazgo nos permite fechar uno de los pavimentos que encontramos en la intervención", explicó el arqueólogo Alejandro García Álvarez-Busto. Los resellos son una serie de marcas de anverso y reverso que graban las monedas con nuevos valores, un método que utilizó la Monarquía en el XVII para recaudar impuestos, en una época de conflictos y crisis económicas.

Por debajo de este pavimento de cantos del siglo XVII, los arqueólogos localizaron un nivel más antiguo de cronología de medieval, con evidencias de ocupación en forma de hoyos de poste, cubetas y estructuras excavadas en la arcilla natural del sustrato geológico, que parecen indicar el desarrollo de actividades artesanales en esta zona durante los siglos medievales.

"Creemos que son hoyos de poste, para encajar pies de madera de los soportales medievales (entonces no había pilares de piedra, sino que se utilizaba la madera). También localizamos cubetas o cerámicas y otros restos, que tenemos en estudio. No parece que tengan que ver con la actividad agraria ni que estuviesen en el interior de la vivienda, más bien creemos que están relacionados con la actividad artesanal. Creemos que en esas calles del exterior del muro amurallado también había artesanos", concluye el arqueólogo.