Grado,

Lorena VALDÉS

La zona rural de Grado está dispuesta a volver a dar ejemplo. Cuatro pueblos serán los que opten al premio «Pueblo ejemplar» de Grado 2009, que el año pasado recayó en la localidad de Sama de Grado. La concejala de Cultura del Ayuntamiento moscón, Victoria Fernández (Aigras), anunció ayer que los candidatos en esta segunda edición son Santa María de Grado, Vega de Anzo, Rubiano y Vio del Pico. Los tres primeros ya presentaron su candidatura el año pasado, mientras que el núcleo moscón de Vio del Pico es la novedad en esta lista de aspirantes.

Un jurado, formado por representante políticos y presidentes de las asociaciones culturales de la villa, entre otros, elegirá la primera semana de noviembre cuál de estos pueblos se lleva finalmente el galardón. Un premio consistente en 12.000 euros para ejecutar obras en el pueblo y una placa.

Cada candidato considera que tiene argumentos de peso para ostentar el título de ejemplar. Estos son algunos de ellos. La asociación vecinal «Fuente La Rina» de Santa María de Grado, con tres años de vida, cuenta entre sus logros el haber salvado de las ruinas la fuente La Rina, también es responsable de las obras acometidas en la iglesia y su entorno. Dentro de la conservación del medio ambiente la asociación subraya el trabajo realizado en contra de la instalación de una subestación eléctrica.

La asociación cultural San Lorenzo de Rubiano, por su parte, cuenta entre sus logros la recuperación de las fiestas de Nuestra Señora de la Fiesta o la celebración del popular festival gastronómico del cordero a la estaca durante catorce años.

La asociación de vecinos de Vega de Anzo está satisfecha de haber conseguido en sus tres años de existencia la restauración de la escuela como centro social, la capilla de San Pedro o la apertura de un área recreativa. Recientemente, se ha descubierto una cueva en la localidad.

La asociación de vecinos de Vio del Pico acaba de nacer. Con tan sólo dos meses de vida aspira a lograr un galardón que le permita rehabilitar la pared de piedra que bordea un pueblo, prácticamente deshabitado por semana, pero que vuelve a la vida de viernes a domingo.