La Encrucijada (Cabranes),

Mariola MENÉNDEZ

Los burros no están en peligro de extinción en Cabranes gracias a los cuidados que reciben en La Encrucijada. Dionisio Menéndez cría a estos animales, ya poco habituales en los prados y cuadras asturianas desde que ya no son empleados como reses de carga. Hace unos ocho años, Menéndez compró una pareja de burros, que han ido dando su prole hasta sumar los nueve que hoy tiene, de dos razas diferentes y asegura que todos los años vende alguno. Sin ir más lejos, en este que acaba de finalizar, fueron cuatro los que comercializó. Pero este cabranés ve en la cría de asnos algo más que la pura rentabilidad, ya que considera que ésta es escasa.

Dionisio Menéndez asegura que tiene estos animales «por afición y porque limpian bien las fincas, incluso mejor que los caballos porque se comen hasta las hojas de la maleza». A esto hay que añadir que el mantenimiento y la adquisición de los equinos es más elevada. Otra virtud que este criador destaca de sus burros es que son muy dóciles y mucho más inteligentes de lo que su raza pueda hacer imaginar. Menéndez explica que les gusta mucho guardarse en una nave que tiene en la finca, en la que desarrollan una labor fundamental para su mantenimiento porque «es la única forma de tenerla limpia», apostilla. Además de hierba, a estos burros también les gusta comer pan.

Este cabranés cuenta otra anécdota de sus asnos: «Viajo bastante y si estoy aquí, en La Encrucijada, nunca se salen de este otro prado de aquí arriba que no está cerrado y en el que también les suelo meter; pero en cuanto me voy, se salen». Dionisio Menéndez lo achaca a que «algún instinto deben de tener» para detectar la presencia de su dueño, a quien le dedican frecuentes muestras de cariño. Agrega que «conocen enseguida el ruido del vehículo por el motor y, en cuanto me ven, ponen las orejas tiesas y vienen hacia mí». Por lo que este criador de burros apunta que «tienen algo especial porque cualquier caricia la agradecen mucho». Su docilidad consigue que algunas personas se animen y elijan a estos animales como mascotas, ahora que ya no son empleados para carga y otras tareas agrícolas.

Dionisio Menéndez señala que las burras jóvenes son las más cotizadas, ya que rondan los 360 euros. Los machos alcanzar precios inferiores. Así todo, el caso de Cabranes es un excepción, ya que estos animales han dejado de ser rentables en el campo asturiano y llama la atención ver reunidos varios ejemplares. Por eso, su presencia en Cabranes no pasa desapercibida a casi nadie.