Perlora,

Braulio FERNÁNDEZ

La Ciudad de Vacaciones de Perlora se ha convertido en un gran campo de hojarasca. La estampa era bonita hace dos meses, pero la falta de mantenimiento de la antaño residencia turística número uno de Asturias ha convertido las aceras junto a los árboles en un terreno impracticable, en el que, además de podredumbre, hay barro en suficiente cantidad como para obligar a los viandantes a recorrer el complejo por el mismo lugar que los coches: la carretera, ante el riesgo de resbalones.

«Hay partes del recinto en las que solo queda libre el carril central de la calle», denuncia el vecino de Perlora Ildefonso Segundo, quien, a través del partido vecinal Carreño Unido, ya ha hecho llegar la queja al Ayuntamiento. Un Consistorio que como en anteriores ocasiones, trasladará la queja al Principado, propietario de la instalación.

Y es que la reclamación vecinal, a diferencia de las hojas de los árboles perlorinos, es perenne. «Mucha gente se ha quejado ya en Perlora porque no se hace nada por mantener la Ciudad de Vacaciones en unas condiciones mínimas de higiene», explica Segundo. Y es que, fuera de la temporada estival y desde que el complejo fue cerrado en 2006, no existe mantenimiento alguno en la residencia.

«Hay suciedad por todos lados, y en el caso de las hojas la situación ha llegado a tal punto que las aceras ya no pueden transitarse, porque hay una capa apelmazada, mezclada con barro, que las hace muy peligrosas», explica este vecino, que asegura que ya se ha producido alguna caída, de la que el Ayuntamiento tiene conocimiento.

Más aún, «el problema es ya grave porque muchas de las hojas están podridas, y mojadas se convierten en peligrosas». Su cantidad es importante y ahora los peatones están casi obligados a transitar «por la carretera, por donde lo hacen los vehículos, con el consiguiente riesgo», añade el vecino.

No es que el complejo tenga mucho tráfico durante el otoño y el invierno, pero las curvas y la poca visibilidad por el ramaje en algunos tramos añaden peligrosidad a la situación.

La queja, no obstante, no es nueva. Incluso el pasado verano se denunció por parte de la vecindad la carencia de mantenimiento en fechas tan señaladas, cuando el recinto se llena de bañistas.