Coyanca, Mónica G. SALAS

No hay arte más singular que con el que el candasín Alfonso Morís deslumbra en cada fiesta. Con el cielo como escenario y la pólvora como instrumento consigue dar vida a multitud figuras, que en cuestión de minutos colman el paisaje de luz y color. Es el arte de los fuegos artificiales y al que la empresa Pirotecnia Morís lleva dedicada desde hace más de diez años. Cada invierno, en busca de ofrecer un espectáculo diferente, el artista candasín trabaja en su taller de Coyanca, en Perlora, en la elaboración de nuevos artificios.

Este verano introducirá en su repertorio de figuras las palmeras con tronco y los saturnos, además de los ya tradicionales anillos, átomos, arañas de cráter y las camuras -las palmeras doradas que quedan selladas en el cielo-. Y todos estos efectos irán acompañados, como novedad, de mayor potencia y sonido.

Morís ha hecho estos días un pequeño parón en el trabajo para el verano con el fin de dar forma a las sardinas de Candás y Avilés que serán quemadas el miércoles con motivo del Carnaval. Para ello, «primero hay que construir la estructura de la sardina con alambre y luego hacer un circuito de petardos para que la figura explote por fases». Cuando todo esto ya está listo, es el momento de recubrir la sardina con papel Albal y decorarla. «Este año, por ejemplo, para Avilés haré una sardina Poseidón, ya que el tema es marino», apunta.

Precisamente con el entierro de la sardina, el miércoles, a las ocho y media de la tarde, se dará por concluida la fiesta de Carnaval en Candás, que comienza mañana con un taller de maquillaje y juegos a las seis de la tarde, en La Baragaña. A continuación, a las ocho, tendrá lugar el desfile del Antroxu. Ya el martes, los protagonistas serán los niños, con el concurso de disfraces. En los últimos años, según Alfonso Morís, la pirotecnia ha experimentado una gran evolución. No sólo en términos de calidad y seguridad de los artificios, sino también en el brillo de los colores y la multitud de formas que hoy en día se pueden llegar a representar con la pólvora. No obstante, el problema radica en la existencia de limitaciones legales a la hora de utilizar ciertos artificios procedentes de China y Japón -los países a la vanguardia en este arte-, en España. Es decir, «hoy puedes construir, por ejemplo, cualquier letra o número, pero este tipo de figuras, que son planas, no te garantizan que el espectador las vaya a ver, ya que aunque tú coloques la cápsula correctamente, a la hora de explotar puede hacerlo en cualquier posición y si coincide que sale de lado, el efecto entonces ya no se consigue», asegura. Es por esta razón por la que Morís nunca utiliza este tipo de artificios. Prefiere apostar por las palmeras, las arañas o los anillos.

Pero detrás de cada una de estas figuras hay un gran trabajo. Un artificio que en el aire dura dos o tres segundo se traduce, por contra, en dos o tres días de elaboración. Y en ésas está ahora Alfonso Morís, ya que «en verano no hay tiempo para ello. Tenemos que fabricarlo todo durante los meses de invierno», aclara.