Jorge Fernández tiene un cabreo monumental, y no es para menos. El lobo entró el pasado fin de semana en su finca de San Juan de Villapañada, a menos de cinco kilómetros del núcleo urbano moscón, y mató a cuatro ovejas y dos corderos. Aunque ya no quedan restos del ataque, Fernández guarda en su cámara fotográfica el estado en el que quedaron sus animales tras la agresión. "Cuando llegué estaban todos tirados en el suelo, completamente deshechos. Sólo había conseguido sobrevivir una oveja, que hubo que sacrificarla, ya que estaba comida por todos los sitios y llevaba la tripa colgando...", explica Fernández mientras muestra las fotos. "Estamos hartos", añade. Y están hartos él y otros vecinos del concejo, porque semana tras semana no paran de ver cómo los cánidos acaban con sus rebaños .

"Los ecologistas quieren conservar la especie del lobo, pero ¿y quién protege mi ganado? Todos son animales y todos sufren de igual forma. No se puede apoyar a unos y a otros no", destaca Fernández, molesto también porque no le reconocen que el ataque fue producido efectivamente por lobos. "Me dicen que fueron cánidos... Bueno, pues yo quiero que me expliquen cómo lo saben. Porque los vecinos vieron a una manada de lobos pasar por el pueblo y las mordeduras son tremendas", asegura. La razón radica en que San Juan de Villapañada no está tipificada como zona lobera; sin embargo, señalan los residentes, en otros pueblos, como Alvaré, a menos de un kilómetros de distancia, sí certifican los daños.

Los ataques se suceden en los últimos meses en el municipio, en Los Llanos de Cabruñana, en Los Macetes, en San Marcelo, en Doriga y en Rubial, entre otras localidades. Esta vez además el asalto tuvo lugar en un zona con numerosas casas y a escasos metros de un albergue para peregrinos.