Los 75 empleados que integraban la plantilla del Matadero Central de Noreña hasta el cese de su actividad hace casi año y medio mantienen desde entonces un encierro con el que pretenden dejar claro que lucharán hasta el último momento por defender unos puestos de trabajo que consideran esenciales por la importancia que tiene para el sector tanto a nivel local como regional.

Los problemas comenzaron en julio de 2014 cuando la empresa que gestionaba entonces el Matadero Central de Asturias, Junquera Bobes S. L., entró en concurso voluntario de acreedores. Poco después y debido a la falta de acuerdo con la plantilla para aplicar un plan de viabilidad, la empresa entró en liquidación y un grupo de trabajadores respondieron con una asamblea permanente que hoy continúa.

Esta situación llevó a que el Juzgado de lo mercantil número 2 de Oviedo sacase a subasta el macelo, que despertó el interés inicial de tres empresas. En una primera criba, el juez descartó la oferta de la empresa Serincar92, del grupo Panero, por su baja cuantía y mantuvo las de Macelo de Mieres y Mafrimargo 5, de 1,8 y 1,75 millones de euros, respectivamente. Luego Macelo de Mieres desistió de su oferta tras serle negada la posibilidad de acceder a una subvención de 900.000 euros y su propuesta de crear una lonja de carne pública para impulsar el sector.

Posteriormente, hubo un intento por parte de Macelo de Mieres de realizar una oferta conjunta en la que tomasen parte las tres empresas que iniciaron la puja, que era bien vista por los trabajadores, pero no fue aceptada por las otras empresas, siendo autorizada la compra finalmente a Mafrimargo 5.