Mieres del Camino,

A. VELASCO

La relación entre los sindicatos mineros en el actual conflicto de la minería ha sido, casi desde el inicio, tan complicada como la que mantienen con el Gobierno. La Federación de Industria de CC OO y el SOMA-FITAG-UGT han protagonizado evidentes muestras de desavenencias, que han ido desde los encierros de los trabajadores en los pozos hasta los colores y los puntos de partida de la «marcha negra» hacia Madrid, pasando por la huelga general en las comarcas mineras.

Quizás uno de los desencuentros más evidentes fueron los de la «marcha del carbón». El SOMA decidió que sus 40 mineros iban a salir del campus de Mieres, mientras que CC OO eligió como punto de partida el Ayuntamiento. Tampoco hubo acuerdo en el color de las camisetas de los mineros, con los del SOMA de verde y los de Comisiones de negro.

Respecto a los encierros, cuando los mineros decidieron recluirse en los pozos Candín y Santiago, el SOMA tampoco consultó con CC OO, y pese a que en la explotación langreana llegaron a quedarse dos afiliados de esta última central, abandonaron la protesta a las pocas horas de su inicio.

También entre las uniones comarcales hubo discrepancias sobre la convocatoeria de una jornada de huelga general en las comarcas mineras, que finalmente se llevó a cabo. Cortes de carretera, la acampada de CC OO en Oviedo, y la que finalmente no se llevó a cabo en Madrid tras la manifestación del día 11, han sido otros puntos de fricción entre los sindicatos.