La presencia del presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, en el acto de entrega de las insignias de oro a los socios del Sporting que cumplieron 50 años de antigüedad en el club vuelve a poner de manifiesto el diferente trato que el Gobierno regional está ofreciendo a los dos principales clubes de fútbol de Asturias. Areces, que nunca ocultó sus amores a los colores rojiblancos, está en su derecho de acudir con toda su corte -consejera de Cultura y director general de Deportes- a un acto de ese tipo o al palco de El Molinón cuando lo estime oportuno, pero lo que no debe olvidar es que es el presidente de todos los asturianos.

Un acto similar al que celebró el Sporting el martes lo realizó el Oviedo hace un mes. Fue más modesto y austero, pero igual de entrañable y emotivo para los socios que cumplieron 50 años al lado del club azul y con el mismo sentimiento de asturianía que tuvieron los rojiblancos. Al mismo no acudió Vicente Álvarez Areces ni tampoco ningún representante del Principado, posiblemente por la ausencia de relaciones entre dos instituciones que están condenadas a entenderse.

Por eso no tiene ninguna explicación que Areces no haya recibido aún al consejo de administración del Oviedo más de dos años después de su toma de posesión y menos que se oponga a desbloquear el enfrentamiento que mantienen ambas entidades por el convenio de patrocinio que en próximas fechas tendrán que resolver los tribunales.

El apoyo económico del Gobierno del Principado fue clave en su día para la supervivencia del Oviedo, algo que nadie puede negar. Pero, lo mismo ocurrió con el Sporting en su momento y con mucho más apoyo económico -algo muy fácil de comprobar en los documentos oficiales-. El presidente del club rojiblanco, Manuel Vega Arango, lo reconoció en su discurso del pasado martes, agradeciendo el apoyo del Principado y de la Alcaldesa, «que siempre estuvieron a nuestro lado ayudándonos».

El Oviedo no puede decir lo mismo. Soportó una campaña de acoso y derribo en 2003 cuando la política entró a saco en el club y el Ayuntamiento de la ciudad, con Gabino de Lorenzo al frente, apostó por su desaparición. De esa situación el club salió reforzado. Fue la unidad de la afición, esa misma que ahora ignora Areces, la que no se dejó engañar ni manipular, la que por encima de intereses económicos y políticos luchó y consiguió que el Oviedo siga siendo, aunque en Tercera División, uno de los clubes históricos del fútbol español.

Las raíces del Oviedo en la sociedad asturiana son muy profundas. Las comprobó en su día Gabino de Lorenzo y las puede comprobar ahora Areces, que parece olvidar que el Oviedo tiene un sentimiento tan arraigado en Asturias como lo puede tener su Sporting.

Areces no debería olvidar que con la actitud que está manteniendo desprecia el espíritu de una afición que en 2003 -cuando a él y a su partido les interesaba estar al lado del Oviedo para contrarrestar la posición de Gabino de Lorenzo- dio una clara lección de lo que es el sentimiento y el amor a unos colores.