Los cambios en la plantilla efectuados en verano y en el banquillo en otoño ha dejado al Marino algo perdido en un hábitat en el que ya lleva asentado varios años, la Segunda B. Busca encontrarse, pero le está costando tanto que seguirá una semana más cerrando la clasificación. La última estación para encontrar el buen camino tampoco parecía muy propicia, con un Guijuelo que conserva la inercia del año pasado, cuando se metió en "play-off". Tiene menos potencial y su juego no es tan brillante, pero le alcanza para mantenerse arriba gracias a triunfos como el de ayer. Dominó, de más a menos, el gol, las oportunidades y el juego. Consiguió demostrar prácticamente la teoría de que el orden inverso marca el éxito en el fútbol.

El Guijuelo anotó su tanto pasado el primer cuarto de hora, cuando ambos equipos habían empezado a agitar el árbol en el área rival. Lo intentó Fran Pastor, pero su remate murió en las manos de Espassy. Para los chacineros buscaron el premio, en claras ocasiones, Nierga y Raúl Ruiz, éste por partida doble y bien contestado por Rafa Ponzo a córner. Tras tanta insistencia agitando el árbol, el fruto había madurado y cayó en forma de gol cuando Carlos Rubén se impuso en el primer palo en el saque de esquina.

Antes el Marino había medoreado la portería local partiendo desde la banda izquierda, con un activo Omar. El partido se templó y pasaron más minutos que acciones reseñables, hasta que un libre directo desviado precedió el paso por vestuarios.

La reanudación no arrastró ninguna novedad, salvo un ligero aumento del control del balón del Marino, al que avanzar con peligro hacia la portería salmantina se le hizo una cuesta arriba inabordable, tanto que no sumó ni una ocasión clara en toda la segunda parte, algo más animado tras la entrada de Imanol. Le faltó acierto y dinamita para concretar las pocas veces que realmente vio el marco de Espassy con cierta nitidez. Mala combinación para perforar una defensa firme como la del Guijuelo.

Menos firmes estuvieron los charros para mantener el resultado y buscar la sentencia, por más que un Marino ya algo desaliñado a la desesperada dejara algún boquete en la retaguardia. Con Ponzo a veces como razón y otras veces acompañada o en solitario por la falta de puntería local, el Marino contuvo la hemorragia de su área, pero le faltó arsenal para herir en la oponente. Buscó y buscó, pero no encontró nada. Probablemente, porque tampoco se encuentra a sí mismo. Y necesitará hacerlo pronto porque, después de quince jornadas, el puesto de colista ya le resulta muy familiar.