Oviedo, Marián MARTÍNEZ

La dirección de Arcelor-Mittal puso ayer sobre la mesa la única alternativa que ve posible para reducir el 25% los costes laborales sin bajar salarios y aumentar la jornada: suprimir más de 800 empleos en sus plantas de España. La multinacional matizó, de manera insistente, en que esa solución no es la que quiere, que prefiere negociar y llegar a un acuerdo. Los sindicatos respondieron que seguirán adelante con las dos jornadas de huelga convocadas (el jueves y el día 29) y que están dispuestos a incrementar las movilizaciones. Fuentes del sector coincidieron en que en la compañía se da por hecho de que las jornadas de paro serán ampliamente secundadas por los trabajadores siderúrgicos. Los sindicatos concluyeron ayer por la noche las asambleas informativas en las plantas asturianas, en las que hoy se perfilarán los servicios mínimos de cara al jueves y que, como en el caso de otros paros, consistirán básicamente en tener retenes de mantenimiento en las instalaciones de cabecera (horno alto, acerías, y baterías de coque).

La alternativa planteada por Arcelor «como una posibilidad que dice prefiere descartar», según el relato sindical, provocó un profundo malestar entre los dirigentes de los sindicatos que ayer por la mañana se reunión con la compañía en Madrid. Un encuentro en el que las posturas no sólo no se modificaron, sino que todavía se enconaron más.

Los sindicatos reclamaron a la empresa la documentación con las cifras en las que va a basar su descuelgue del convenio colectivo para aplicar la reforma laboral. La respuesta es que aún no está rematada y que la previsión es que esté lista para la nueva reunión convocada para el próximo lunes, tras la huelga general convocada para este jueves en todas las plantas de productos planos de Arcelor-Mittal -las afectadas por el acuerdo marco, además de Largos en Gijón, que computa con la de Avilés como una sola instalación fabril-.

Sí adelantó la compañía algún dato deslabazado que de poco sirve a los sindicatos. Por ejemplo, que las ventas al cierre del primer semestre habían caído en España un 22% respecto del mismo período del año anterior. Pero como se desconocen las cifras absolutas -Arcelor-Mittal no desglosa en sus resultados por países, sino por áreas geográficas- es aventurado calcular en toneladas a qué cantidad se refiere.

Las organizaciones sindicales mantienen su exigencia de negociar otras fórmulas que eviten rebajar salarios y ampliar la jornada laboral. Por ejemplo, la adopción de un nuevo modelo de mejora de gestión en diversos campos, realizar inversiones que permitan mejorar la calidad de los productos que ya se fabrican y apostar por nuevos productos y acabados que faciliten buscar nuevos mercados, e incluso replantear la jornada laboral, con nuevas distribuciones.

Las fuentes sindicales consultadas coincidieron en señalar que la empresa rechaza hablar de propuestas diferentes a las suyas. Es más, según explicaron, llegó a plantear que «la alternativa a no aplicar su plan es reducir la plantilla en más de 800 personas. Es cierto que después insistieron en que no querían aplicar esta medida, y de ahí que hayan optado por el descuelgue del convenio». La postura de la empresa provocó aún mayor malestar entre los sindicatos y la tensión fue en aumento hasta que se decidió dar por finalizada la reunión.

Los representantes sindicales y los directivos de Arcelor-Mittal en Asturias que participaron en la reunión fueron a Madrid con ropa para cambiarse en previsión de que se produjesen avances en la negociación y continuase hoy. Pero todas las esperanzas se esfumaron.

«Todos sabemos que las órdenes vienen de arriba y aquí venimos todos igual, ellos -por la directiva que encabeza José Manuel Arias en Asturias- y nosotros -los sindicatos», explicaba ayer un dirigente sindical. «Los que mandan y deciden sin importarles nada son los Mittal, padre e hijo», en referencia a Lakshmi Mittal, dueño de la compañía, y a su hijo Aditya, director financiero de la multinacional y máximo responsable de las plantas en Europa. «En lugar de pensar en el futuro, a medio y largo plazo, como debe hacer la gran industria, sólo piensan a corto. Esto es un desastre», razonó un sindicalista.