Ex ministro del Transporte de Cuba y amigo del Che

J. L. ARGÜELLES

El próximo 12 de junio se cumple medio siglo del histórico viaje que llevó al Che Guevara, por encargo de Fidel Castro, a través de una docena de estados europeos, africanos y asiáticos. Era una de las primeras grandes presentaciones internacionales de la revolución que sólo unos meses antes había derrotado a Batista, y fue, si se analiza con la perspectiva que da el tiempo, una embajada que ensancharía los planteamientos en favor del grupo de los llamados «países no alineados». El Che llevó en aquel viaje como segundo jefe de su delegación a Omar Fernández Cañizares, con quien había combatido en Sierra Maestra. Este veterano guerrillero reunió sus recuerdos en «Un viaje histórico con el Che», libro reeditado por IU-BA-LV y presentado estos días en el Salón del Libro Iberoamericano de Gijón.

-¿Por qué este libro?

-La idea siempre estuvo presente a lo largo de estos cincuenta años. Yo llevaba un diario en el que anotaba mis impresiones de los países que visitábamos, pero siempre pensé que el relato del viaje lo escribiría algún otro compañero, periodistas y economistas que iban con nosotros y tenían más virtudes literarias que yo. Nadie lo hizo, así que mi familia y algunos amigos me impusieron esa tarea.

-Ese viaje tiene su importancia para la historia de la revolución cubana.

-Es la primera gran embajada, aparte del viaje de Fidel a los Estados Unidos. Y es, además, el primer viaje oficial del Che como representante del Gobierno cubano.

-¿Por qué la mayoría de países que visitaron son afroasiáticos?

-Se acababa de producir la reunión y el pacto de Bandung, con Nasser, Nehru, Tito y Sukarno, el acuerdo que derivaría, posteriormente, en el grupo de Países No Alineados. Fidel y el Che coinciden en que eran países que debíamos visitar.

-¿En el origen de ese viaje había una intención de Fidel Castro de constituir el grupo de países no alineados?

-No exactamente; es posterior. El viaje tenía otra intención, que era hacer relaciones diplomáticas, comerciales y culturales, con la firma de varios tratados que nos permitieron exportar azúcar. Tras aquellas visitas, se nombraron embajadores.

-Era una embajada pintoresca. Iban vestidos con el uniforme verde olivo de Sierra Maestra y aún llevaban largas barbas.

-Sí, yo le pregunté al Che cómo íbamos a vestir, porque sabía que no se puede llevar el uniforme militar de un país en otro. «Pero cómo vamos a ir, chico, sino con la ropa con la que hicimos la revolución», me respondió. Así que no hablamos mas del asunto.

-¿Cómo fueron esos tres meses de convivencia con el Che?

-Fue un honor acompañarlo como segundo jefe. Nasser nos alojó en un gran hotel donde habían repartido las habitaciones atendiendo a la jerarquía. El Che dijo: «Omar y yo vamos a estar en la misma habitación». Yo le tenía una gran admiración, pero a partir de ahí aumentó aún más.

-¿Era tan duro como dicen algunos biógrafos?

-No, era muy disciplinado, pero un ser humano igual que todos nosotros. Era, además, muy alegre, que hacía un chiste en un momento determinado.

-Pero parece que no le temblaba la mano si había que firmar una pena de muerte.

-Es la imagen que trataron de pintar algunos periodistas. Las penas de muerte que se firmaron en Cuba, en aquel momento, estaban más que justificadas, porque eran los asesinos que utilizó Batista. Pero el Che nunca firmó las penas de muerte por la sencilla razón de que nunca estuvo en ningún tribunal. Era una persona muy recta.

-¿Ha visto las dos películas que ha hecho Soderbergh?

-Sí. Es un retrato parecido, pero lo que no me gustó es que le ponen demasiado serio, cuando el Che reía mucho.

-¿Se va de Cuba por diferencias con Fidel Castro?

-Es algo que conozco bien y es incierto. Yo era viceministro cuando él era ministro. Lo dice claro en su carta de despedida, que otras tierras reclamaban sus esfuerzos revolucionarios. Estaba convencido de que nuestra revolución ya estaba consolidada.

-¿Era más un hombre de armas que un político puro?

-Combinaba muy bien ambos aspectos.

-¿La revolución cubana se hizo comunista por necesidad?

-Fidel ya tenía muchas ideas marxistas. Hay que leer a Martí, que parece alumno de Carlos Marx. Y es de lo que hablaba Fidel.

-Pero hay un cambio tras el triunfo de la revolución.

-Ese cambio lo produce la situación internacional, cuando los países capitalistas, con Estados Unidos a la cabeza, arremeten contra nuestra revolución.

-¿Qué le ha parecido la elección de Obama?

-Yo leo las reflexiones de Fidel. Hay un cambio respecto a Bush, pero, como ha dicho Raúl (Castro), los gobiernos norteamericanos tienen dos partidos: el Demócrata y el Republicano. Cuando usted va a la esencia de ambos partidos, pues es la misma. Clinton era demócrata y arremetió contra Cuba. Con Obama, estoy a la expectativa.

-¿Aún toma decisiones o las riendas las lleva Raúl Castro?

-Las decisiones las toman el Gobierno y Raúl. El comandante está delicado de salud, pero tiene la mente muy clara.

-¿Qué puede pasar tras el fallecimiento de Fidel?

-Continuará la misma política.

-Los jóvenes cubanos piden cambios, apertura. Hay quien augura tensiones.

-Creo que no habrá tensiones, porque ya se atiende a las peticiones de los jóvenes.

-¿Por qué fueron destituidos Lage y Pérez Roque?

-Por el Gobierno, desde 1959, hemos pasado muchos ministros. Yo también me equivoqué, en ocasiones, cuando fui ministro. A los compañeros que se equivocan se les sustituye.

Una intensa biografía

Omar Fernández Cañizares nació en Santiago de Cuba, en 1930. Es médico. Combatió en Sierra Maestra y fue capitán del Ejército rebelde. Estuvo a las órdenes del Che en Pinar del Río y fue jefe de retaguardia contra los alzados en Escombray. Fue viceministro de Industria con el Che, ministro del Transporte, director de exportaciones y jefe de los servicios médicos en Cabinda (Angola), entre otras responsabilidades.

«Tras el fallecimiento de Fidel, en Cuba continuará la misma política»

«Las decisiones las toman el Gobierno cubano y Raúl Castro»

«Lage y Pérez Roque fueron destituidos porque se equivocaron»