J. M. CEINOS

El año 2009, que acaba de entrar en su último mes de vida, puede pasar a la historia local por ser el que asistió el definitivo declinar de uno de los sectores productivos que hicieron de Gijón una gran ciudad industrial: el de la construcción y reparación de buques. Al definitivo cierre, a mediados de este año, de Naval Gijón, se acaba de sumar la bajada del telón en la factoría naval aneja al monte Coroña: la antigua Juliana Constructora Gijonesa.

Si sólo se trata del final de un acto o de la obra entera se conocerá pronto. De confirmarse lo último, la villa asistiría a la culminación de una historia industrial que se inició hace 121 años a la vera de la mar de El Natahoyo, entonces parroquia de Jove.

El 15 de agosto de 1897, el mismo año de su salida a la calle, el diario republicano «El Noroeste» publicó un número extraordinario dedicado «a la colonia veraniega», a modo de «una sucinta reseña de lo que fue y es Gijón». En una de las páginas del «extraordinario» podemos leer una breve historia de la Fábrica de Maquinaria, Fundición, Calderería y Dique Seco de Cifuentes, Stoldtz y Compañía: «La Fábrica de construcción de maquinaria y calderas de vapor que desde el año de 1855 hasta 1888 era propiedad del señor D. Anselmo Cifuentes, se constituyó en Sociedad bajo la razón social de Cifuentes, Stoldtz y Compañía, trasladándose en aquella fecha al Natahoyo, en donde, inmediato a los nuevos talleres, construyeron un Dique seco para la reparación de buques».

En un libro ya clásico sobre la historia industrial de Gijón y sus puertos: «Industria y espacio portuario en Gijón. Tomo I», escrito por Ramón Alvargonzález, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo, y publicado por la Junta del Puerto de Gijón en 1985, su autor repasa la creación de los astilleros que llegarían a ocupar toda la fachada costera entre la dársena de Fomento y el propio puerto exterior de El Musel: «En 1902 creó un astillero en La Calzada la sociedad comanditaria Riera, Menéndez y Cía., y cuatro años después lo hizo en El Natahoyo, en el extremo oriental de la concha junto a los muelles de Fomento, la sociedad Astilleros del Cantábrico. Finalmente, en 1911, y en un emplazamiento contiguo al dique de Stoldtz, la empresa Constructora Gijonesa creó un cuarto astillero».

Es decir, entre 1888 y 1911 la parte occidental de la bahía vería la instalación de cuatro factorías navales, a las que, con el correr de los años, se unirían las de Ojeda y el llamado varadero de Ortea, ambas en el Fomento, y Marítima del Musel, en territorio de Jove.

Los dos primeros desaparecieron años antes de que se pusiera en marcha la reconversión del sector naval, que se llevó por delante las factorías de Cantábrico y Riera (fusionadas) en los años ochenta del siglo pasado, y propició la fusión de Marítima del Musel con el Dique de Duro Felguera, el viejo astillero creado en 1888, para crear Naval Gijón.

Y prosigue Ramón Alvargonzález con su estudio de 1985: «El sector de astilleros supone unos 2.500 empleos, de los que algo más de 1.000 corresponden al astillero público, Juliana Constructora Gijonesa, y el resto a los tres privados». Pero el profesor gijonés ya advertía hace 24 años de que «debido a la crítica situación por la que atraviesa la construcción naval en España, con una incidencia frontal en la bahía de Gijón, es previsible la pérdida de algo menos de la mitad del empleo existente». Las previsiones más pesimistas se quedaron cortas. Juliana, el último astillero de la bahía, tenía una plantilla al final de 172 empleados.

En otra parte de su estudio de 1985, Ramón Alvargonzález explicaba el comienzo del fin del sector naval en Gijón: «Por su potencia instalada y volumen de empleo se les considera astilleros de tipo pequeño y mediano, y mientras la demanda nacional y extranjera ha sido fuerte su viabilidad no ha presentado dificultades. Pero la contracción de pedidos de nuevas unidades en el segundo lustro de los 70 los ha abocado de forma progresiva a dificultades crecientes que reflejan la fragilidad de su estructura empresarial».

Lejos quedan ya los tiempos en los que Constructora Gijonesa lanzaba a la mar su primera construcción, el vapor «Antonio López», el día 2 de marzo de 1912, o cuando el 15 de julio de 1915 la infanta Isabel, hermana de Alfonso XII y tía del entonces rey Alfonso XIII, presidió la botadura del vapor «Antonieta» y, luego, «presenció el taladro de una chapa de seis milímetros por medio de la soldadura autógena (...) El obrero Eladio Mencías, que fue el encargado de este trabajo, trazó un escudo real, con su corona, que después soldó, en cuyo centro se destacaban las iniciales A. R.».

También parecen remotos los días en los que Juliana Constructora Gijonesa mostraba, en el patio del Centro de Cultura Antiguo Instituto, a finales de 2000, sus cien años de historia, contados desde sus orígenes el 6 de diciembre de 1900, preparada para la fabricación y venta de piedra artificial, mosaicos, mármoles comprimidos, ladrillos, aparatos sanitarios, depósitos, bidones, construcciones metálicas, material para ferrocarriles, panteones, rejería y tuberías de hormigón. Toda una historia industrial de Gijón.