R. V.

«Qué por primera vez se hable de política en un país donde manda la telebasura ya es la de Dios. Eso nos gusta... aunque no compartamos todo lo que se diga. Las cosas que os preocupan a vosotros, también nos preocupan a nosotros». Un José María Pérez así de claro y nítido festejaba con estas palabras la trascendencia del movimiento ciudadano que ha inundado de hombres y mujeres indignados las principales plazas de España. También la de Gijón. Y lo hacía como portavoz del actual equipo de gobierno en una singular reunión de trabajo celebrada ayer por la mañana en la sala de reuniones de la Junta de Gobierno, donde las sillas reservadas habitualmente a los ediles de PSOE e IU estaban ocupadas por miembros del colectivo acampado ante la Casa Consistorial.

Identificados con un cartelito que les reconocía como «indignado» y entre los aplausos de los compañeros, una decena de acampados subió la escalera central del Ayuntamiento. Arriba les esperaba el portavoz de la Junta de Gobierno, la concejala de Participación Ciudadana, Pilar Pintos, y el director del área económica, Francisco Blanco. Los representantes del colectivo ciudadano entregaban a los munícipes tres folios: uno con la reivindicación de una reforma de la ley electoral, la defensa de la democracia participativa y la intolerancia a la corrupción como mínimos consensuados en favor de una reestructuración democrática «urgente y necesaria»; otro exigiendo acceso fácil a información del Ayuntamiento y los partidos políticos, y un tercero dirigido directamente a Paz Fernández Felgueroso solicitándole información detallada sobre las cuentas del Consistorio.

Para cumplir ese trámite, los «indignados» daban un plazo de 72 horas, pero bastaron las dos que duró la reunión para que se llevaran en papel los últimos datos sobre ejecución presupuestaria, la promesa de recibir el dossier entero de los presupuestos del año y el compromiso de Francisco Blanco de explicarles las cuentas en una asamblea. Los representantes municipales se quedaron, a cambio, con los folios y una invitación formal para que la Alcaldesa acuda a alguna de las asambleas de los «indignados». «Nosotros no somos ni policías, ni vigilantes. Somos ciudadanos que queremos participar en las decisiones de nuestra ciudad y que no penséis que basta con votaros una vez cada cuatro años», explicaba uno de los portavoces del colectivo.

Conseguir una democracia más participativa se reivindicaba como una prioridad para todos los integrantes de la mesa. El problema pasaba por definir el cómo. Mecanismos existen pero los «indignados» consideran que son insuficientes y desconocidos y el gobierno se limita a explicar que no se usan. «Es cierto que hay vías que no están funcionando, pero no sé cual es la solución. No lo podemos contar directamente a los 300.000 gijoneses», indicaba el edil a los «indignados» que solicitaban sesiones municipales televisadas y la figura del observador ciudadano. «¡Si los plenos se retransmiten por televisión y se puede participar en ellos!», indicaban los munícipes ante unos «indignados» que plantearon la necesidad de profundizar en una educación política que termine con el «analfabetismo democrático».

El encuentro municipal incluyó información a los ciudadanos sobre la ordenación de los servicios municipales, el personal y el pago de nóminas y debates sobre posibles transformaciones del sistema electoral siguiendo las pautas de otros países europeos, la necesidad de revisar la ley de partidos y el poder de la banca. «No os juzgamos como personas y os suponemos la mejor voluntad del mundo; quizá también sois víctimas de un engranaje partidista y pintáis muy poco, pero estáis dentro de los partidos y por eso os pedimos a vosotros esa democracia real», remató uno de los «indignados».