Ignacio PELÁEZ

Carbonia es una localidad situada al sur de Cerdeña. Fundada por Mussolini en 1938, tuvo relevancia industrial al tratarse de una región minera que generó una gran polución perjudicial para el medio ambiente. Con el paso de los años ha conseguido, en 2012, la declaración de paisaje cultural europeo.

Esta localidad italiana nació como un lugar de trabajo en la mina. Los mineros construyeron la parte habitable de Carbonia para mejorar las condiciones de vida de sus familias. Sus casas se edificaron en torno a la mina, donde bajaban a diario a grandes profundidades.

Ahora las fábricas van cerrando y la forma de vida de muchos de sus ciudadanos se ha visto afectada por el declive del carbón. Unas similitudes con Asturias que no pasan desapercibidas.

«La industria del carbón está terminada, no se puede utilizar más y vamos a ver qué pasa con la producción. En Cerdeña es un problema grave porque la gente está sin trabajo, y van cerrando fábricas», aseguró Alessandra Fassio, responsable del servicio italiano de Arquitectura y Arte Contemporáneo del Ministerio de Bienes Culturales, ayer durante su intervención explicativa de los cambios producidos en la localidad minera de Carbonia.

«Los temas de protesta son los mismos en Asturias que en Italia en tema de minería. El problema de mi país es que no hay un plan energético nacional», afirma.

La reorientación y proyectos de mejora y cuidados que se han llevado a cabo han mejorado el aspecto de esta región. «En Carbonia han cambiado en la cultura. Han hecho un Museo del Carbón y en él trabajan los hijos de los trabajadores de la mina», apunta Fassio.

Con precaución hacia el tema del turismo masivo, arroja una posible solución: «Se puede hacer una industria de cultura que produzca la exportación de los productos y no sólo la importación de la gente».