Desde la tarde de ayer, cualquier persona que quiera podrá visitar, en el Museo del Ferrocarril de Gijón, la señal luminosa eléctrica más antigua de España, "la abuela de todos los semáforos españoles", como la definió Javier Fernández, director del museo. Una pieza que fue creada en 1924 y que desde entonces, y hasta 1967, dio servicio en el Puerto de Pajares, en un tramo indeterminado entre Ujo y Busdongo, tras lo que fue trasladada al ramal entre Ujo y Sovilla, donde permaneció hasta 1991, tras casi 70 años de servicio.

Tras una vida laboral tan larga, la institución museística se hizo cargo de ella y la sometió a una intensa y larga restauración, que duró alrededor de un año, ya que "se hizo con mucha precaución" hasta conseguir el estado actual. Lo primero de todo fue documentarla debidamente "aunque ya éramos conscientes de su importancia histórica", analiza Fernández.

Fue ahí cuando los expertos del museo se dieron cuenta de que era posible recuperarla en su estado original, ya que conserva "gran parte de sus piezas de fábrica, de forma sorprendente" entre las que destaca "el cristal de luz roja que tiene casi un centenar de años", aseguró Fernández.

El director quiso hacer especial hincapié en que "es una tecnología extremadamente moderna para la época, muy similar a los semáforos que existían en las carreteras españolas hasta hace unos años, cuando se instalaron los de luces led", debido a que en aquellas épocas "las cosas se construían para que durasen, sin pensar en la obsolescencia programada".

Así, la pieza se ha incorporado a la exposición permanente del museo, acompañando a sus predecesoras y sucesoras como "una de las más importantes", tanto para la propia institución como "para la historia de Asturias", enfatizó orgulloso Álvarez.