Máximas, de turbante, amarillas, verdes, lisas, rugosas, y hasta con el aspecto de tener cacahuetes pegados. De todos los tipos y aspectos se han dado cita las calabazas este año en el Jardín Botánico de Gijón, inmerso en la celebración del evento "Calabazas y calaveras" ante la proximidad del Día de Difuntos. Tantas, que se ha batido un récord de participación.

En total se han presentado 137 participantes al "VI Concurso de Calabazas 2017", frente a los 92 del año pasado. Un número que, según la organización, da buena cuenta del interés que está despertando la actividad entre el público. Ayer, día del fallo de los premios, fueron muchos los que quisieron acercarse al recinto para ver de cerca los ejemplares de este año, especialmente las calabazas mejor decoradas. "La que más me gusta es la de Piolín. Bueno, y la de la chica que parece que le falta la cabeza, y la fea que parece un monstruo", explicaba Miguel Basanta, de ocho años, incapaz de decidirse por una en concreto. Junto con su madre, Marga Fernández, se detuvo un buen rato tratando de escoger su favorita en un evento al que "es la segunda vez que venimos, está muy original y la verdad es que merece la pena, hay cosas muy curiosas", explicaba Fernández.

Una de las calabazas decoradas que más llamó la atención del público fue la "Catrina" mexicana, una representación de la muerte en el país azteca que se ha hecho popular en los últimos años en todo el mundo. "Es una representación muy bella de la muerte, porque no representa nada triste sino todo lo contrario; para nosotros el Día de Muertos es una fiesta y una oportunidad de estar más cerca de los que nos han dejado", explicaba la mexicana Rosario Téllez, que lleva doce años en Asturias pero ayer acudía por primera vez junto a sus hijos a las actividades del Botánico. Para ella fue "toda una sorpresa" encontrarse con la calabaza maquillada como calavera, adornada con claveles y con una imagen nada terrorífica.

No lo tuvieron fácil los miembros del jurado para decidirse a dar los galardones en las diferentes categorías. Finalmente, el primer premio a la calabaza más grande fue para Salvador Fernández, con un ejemplar de 207 centímetros de diámetro. En el caso de la calabaza más rara y original, el premio gordo fue para Mario Álvarez, con una pequeña calabaza variedad "Dieci commandamenti" deforme. María del Mar Rubiera se llevó el primer puesto en las calabazas mejor decoradas, con un conjunto de calabazas que representaban distintas aves como un pingüino, un pato o un buitre. Rubén Mistal, por su parte, fue premiado por su calabaza de Tiós, un ejemplar oriundo de Pola de Lena que este año se ha introducido en el concurso a través del reparto de semillas.

La entrega de los premios tendrá lugar el próximo día 1 de noviembre en la Quintana de Rionda, y mientras tanto en el Botánico se seguirán celebrando actividades para todos los gustos. A lo largo de esta semana habrá visitas guiadas, sesiones de cuentos terroríficos, encuentros con seres inquietantes o talleres infantiles para decorar calabazas y para cocinarlas. También se estrenará una representación de "El Tenorio" y se celebrará un magüestu los días 28 y 31, con castañas y sidra dulce con sesión musical incorporada. Y todos los que pasen por el Botánico se llevarán semillas de calabaza para que experimenten con la siembra y el cultivo. Ya no hay excusa para dar calabazas.