"Los viejos oficios se están perdiendo y, en el nuestro, el de la tonelería, no hay relevo generacional", señala José Argüelles Llavona que ya, con 18 años, se hizo cargo del negocio familiar. Tanto él como su hermano Carlos son la cuarta generación de maestros toneleros. "Mi bisabuelo Nicanor era bodeguero, cuidaba los toneles. En una de las dos tonelerías que había en Breceña aprendió el oficio que luego continuó nuestro padre, Francisco Argüelles, que al mismo tiempo aprendió carpintería y ebanistería, de él lo aprendimos todo", recuerda José.

En Breceña, en Villaviciosa, está su taller y la casa familiar. Los Hermanos Argüelles, que es el nombre que lleva su negocio, son los únicos maestros toneleros que quedan en España y de los cuatro que hay en toda Europa. "Nosotros hacemos cualquier tonel, con cualquier forma y cualquier capacidad. Luego están los cuberos, que sólo fabrican barriles", recuerda José. Desde barriles de 5 litros que están realizando para enviar a Rusia, al de mayor capacidad que realizaron hasta el momento, de 40.000 litros, hacen de todo tipo, forma y capacidad, además de reparar y restaurar toneles dañados. La madera que trabajan es el castaño y el roble.

A nivel de carpintería y ebanistería hacen gran variedad de trabajos; desde recuperar retablos y tallas a carpintería de vivienda con la realización de vigas, escaleras, puertas, suelos, ventanas o tejados, además de todo tipo de muebles de cualquier estilo y preferencia.

A día de hoy la crisis no ha hecho mella en sus resultados, "a pesar del intrusismo que hay en este sector, en nuestro caso seguimos creciendo porque además lo combinamos con nuestros trabajos como carpinteros y ebanistas", recuerdan. Eso sí, José Argüelles, que desde muy niño sintió vocación por trabajar la madera, afirma que su oficio está a punto de desaparecer. "En España los únicos que quedamos somos nosotros. En su momento ya ofrecimos la posibilidad de abrir un taller escuela de tonelería en Villaviciosa, que al tiempo que para enseñar a los jóvenes una profesión, también sería un atractivo turístico para los visitantes que quisieran conocer a fondo el mundo de los llagares y la sidra, sin embargo no salió adelante", recuerda José Argüelles.

En cuanto a la vida en el campo, la suya transcurre entre la casa familiar, el taller y Gijón. Creen, sin embargo, que trabajar y vivir en el campo, a día de hoy, no es nada fácil. "Las instituciones hacen poco por la artesanía y, si en algunos sitios de Asturias aún se mantienen algunos oficios tradicionales, es gracias a los propios artesanos, que luchan como pueden para que no desaparezcan. Nos faltan campañas institucionales de apoyo y defensa de estos viejos oficios que, como el nuestro, como no hagan algo y a falta de relevo generacional, terminará también desapareciendo para siempre", matizan.