Con la gala inaugural, con la primera película y el primer concierto Gijón se ha sumergido en sus nueve días de cine durante los cuales el Festival proyectará más de 250 cintas entre las que habrá una importante presencia del cine asturiano, aunque quedan fuera dos con la consiguiente polémica. Con un presupuesto de 806.000 euros, el certamen sale adelante un año más con la colaboración de la Unión de Comerciantes, organización consciente de la importancia que tiene para la ciudad el acontecimiento. Sigue pendiente, sin embargo, una relación estrecha entre el Festival y la gastronomía local, a imagen y semejanza de lo que sucede cada año en San Sebastián con motivo del certamen de aquella ciudad vasca.

Gijón recibe a lo largo de esta edición a una larga e importante lista de personajes relacionados con la industria del cine, en un indudable paso adelante del Festival, siempre alejado del famoseo y de las alfombras rojas. Pero los nombres de Ibon Black, Richard Lester, Gonzalo Suárez, Terry Gilliam, José Coronado, Imanol Arias, Eduardo Noriega o Bill Plympton dan lustre a una convocatoria que en la edición del año pasado mostró su buen ojo clínico con el premio a la entonces desconocida película polaca "Ida", ahora aspirante a cinco premios en el Festival de Cine Europeo. Esos detalles hacen crecer el prestigio de los festivales y sirven, sin duda, para que el de Gijón pueda acoger a personajes de la importancia de los antes citados.

La inevitable polémica que aparece en cualquier evento de este tipo se centra en la ausencia de dos películas que están resultando sendos éxitos en las últimas semanas. Se trata de "Remine", de Marcos M. Merino, y "Equi i en otru tiempu", de Ramón Lluis Bande. La polémica gana picante si se tiene en cuenta que ambas han sido premiadas en el Festival de Sevilla, dirigido por José Luis Cienfuegos, el que fue director en Gijón y resultó defenestrado sin razones claras por el actual equipo de gobierno municipal presidido por la forista Carmen Moriyón. Las ciudades tienen derecho a pasar página y es lo que parece estar haciendo el Festival de Gijón, aunque a veces dé la impresión de que el nuevo equipo rector, encabezado por Nacho Carballo, no se atreva a dar más pasos hasta consumar el cambio que anunció en su toma de posesión.

La realidad es que el Festival de Cine se consolida como una de las cuatro grandes citas culturales de Gijón con la "Semana negra", Fetén y el Festival de Música Antigua. Setenta mil espectadores pasarán por las salas a lo largo de los nueve días, de los que cuarenta mil serán de pago. Trece mil escolares procedentes de toda Asturias podrán descubrir un cine que no encontrarán en los circuitos comerciales dentro de un festival que se ha situado entre los cinco más importantes de España y que, además de esa atención a la infancia (para lo que nació), incorpora este año la interesante sección "Cine experimental LAB", en colaboración con Laboral Centro de Arte.

El Festival de Cine merece el apoyo de la ciudad por encima de avatares políticos. Se ha convertido en una seña de identidad cultural de este Gijón otoñal que se anima gracias a la presencia de cinéfilos llegados de todas partes en busca de un disfrute único.