Fríes (Ribadesella),

P. MARTÍNEZ

«Nunca en la vida se secó. Pueden venir años de seca, pero nunca dejó de echar agua». Así es la cascada de Fríes, en Ribadesella, descrita por su alcalde pedáneo, Juan Antonio Gutiérrez. Es también uno de los dos únicos vecinos que quedan en el pueblo y vive a pocos metros del salto de agua que surge de la fuente de la cueva´l molín.

La cascada atrae a numerosos turistas, conductores que viajan por la Nacional 634 entre Arriondas y Ribadesella y se detienen para verla y hacer fotografías. Antes también accionaba el molino que hay justo al lado del salto de agua y que hace unos quince años, cuando fallecieron las personas que lo llevaban, dejó de girar.

Pero aún funciona y tanto el edificio como varias fincas que están al otro lado de la carretera, junto al río Sella, han sido adquiridas recientemente y aumentarán el vecindario. «Antes éramos siete vecinos», recuerda Gutiérrez al tiempo que se cuenta a sí mismo, ya jubilado, y a otro señor también retirado que vive a un kilómetro.

Fríes viene de «frío, que se mete por un canal de montaña y baja hasta el pueblo», explica el alcalde al tiempo que asegura que el nombre hace justicia, pues es un lugar «friísimo».

Es la última localidad del concejo de Ribadesella en su límite con Parres, al oeste. Al sur le queda el monte, al este el pueblo de Omedina y a unos pocos metros al norte el río Sella. Las tierras que lo forman pertenecían a «los de la Piconera, una familia del pueblo piloñés de Sorribes, propietarios también del Palacio de la Piconera», describe el alcalde pedáneo.

La población de Fríes, hoy pensionista, se dedicaba antes a la labranza en las parcelas que están en la ribera. También cosechaban en el monte, pero al dejar la actividad las tierras se llenaron de maleza.

Tampoco las fincas ribereñas tienen hoy actividad agrícola y el actual dueño del molino proyectó montar en las de su propiedad un camping. «Estaría bien, porque tiene buen acceso, pero no lo dieron de paso por el último desbordamiento del río Sella», el de junio de 2010, que anegó la zona. No obstante, su futuro vecino sigue con el plan de restaurar el molino y en el pueblo están contentos de aumentar la parroquia.

Las inundaciones o «llenas», como se las conoce en la zona, no han sido un problema en Fríes hasta la mencionada de hace dos años y medio. «El río nunca hizo estragos, igual porque esta ería está a más altura que otros márgenes», propone Gutiérrez.

Ha sido el alcalde pedáneo durante los últimos años, cargo que casi heredó de su padre. «Seguí cogiendo las cartas y avisando de lo poco que hay», relata. Entre las necesidades actuales de Fríes destaca una marcada por la continua presencia de la N-634, la antigua carretera a Santander.

Juan Antonio Gutiérrez tiene una línea discontinua para salir de su casa pero no para entrar, por lo que debe «andar un kilómetro para arriba, hasta Llordón», en Cangas de Onís, y dar allí la vuelta. Pide «una doble raya discontinua para el pueblo y que los coches reduzcan la velocidad» a su paso para que el acceso y la circulación sean más seguros. El comienzo y el final de Fríes están marcados, pero a Gutiérrez le gustaría que «señalicen para que los coches entren un poco más flojo, que aminoren un poco la velocidad». Otra de sus necesidades es «una marquesina para el autobús que diera servicio al pueblo y a los turistas que vienen a visitarlo».

Además del potente atractivo que supone la cascada, por Fríes pasan caminantes que realizan la «Ruta de los Molinos» que comienza en Cueves del Agua, al otro lado del río Sella.