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San Roque homenajea a sus antepasados

El pueblo llanisco descubre hoy junto al lavadero de L'Acebal la escultura de un campesino, que se une a la dedicada en 2013 a las lavanderas

Toño Noriega, a la izquierda, y Toño Llorente, junto a la escultura. E. G. CEA

Un legado imperecedero en piedra para recordar a todos los antepasados de la localidad de San Roque (Llanes) que a lo largo de su vida han trabajado como campesinos. Es el significado de la escultura que hoy, a las 19.30 horas, se descubrirá junto al lavadero de la fuente de L'Acebal, recientemente rehabilitado, y que se une a la escultura en homenaje a las lavanderas, colocada hace tres años junto al lavadero de Covielles.

La Asociación "El Perru de San Roque" y varias vecinas han sido los ideólogos de esta iniciativa. La escultura se ha sufragado gracias a eventos como cenas, rastrillos o por medio de las entradas vendidas en las representaciones teatrales que con tanto éxito realiza la compañía de teatro "Concejo de Llanes", que dirige Cristina López del Hierro. Toño Noriega, popularmente conocido como "Ríos" y Toño Llorente, "Cotolla", ambos vecinos del pueblo, son los canteros que han dado forma a la escultura.

Ambos aseguran que "es un orgullo" formar parte de una iniciativa de este tipo para homenajear a sus antepasados. Los dos canteros, en compañía de Xavier Lemus, dieron forma hace tres años a la escultura de las lavanderas, hoy convertida en uno de los símbolos de la localidad.

"Para mi es una gran satisfacción emplear mi tiempo en hacer lo que me gusta y en colaborar para hacer algo en piedra que quede para el futuro", manifestó Llorente.

El trabajo para realizar la escultura comenzó en diciembre del año pasado, con la adquisición de un bloque de piedra caliza de una tonelada y medio de peso, sesenta por cincuenta centímetros de ancho y 2,2 metros de alto, traído desde la localidad cántabra de Muñorrodero.

"Es una piedra noble y compacta que se trabaja muy bien al no tener lisos", explicó Noriega. Con el bloque ya en San Roque, Ríos y Cotolla se pusieron manos a la obra para, primero con una radial, desnudar parte de la piedra, y luego, a base de fresas de diamante, cincel, puntero y lijas, terminar la escultura inspirada en un paisano de metro ochenta de mediados del siglo pasado.

"Es un homenaje a los antepasados del pueblo que trabajaron aquí. Necesitábamos un estereotipo y se escogió a un labrador", explicaron. Corizas, un pantalón con un remiendo, un palo en la mano para cuidar el ganado, camisa con una siempreviva (flor típica del llanisco bando de San Roque) en la solapa -"es sanrrocudu, igual que la escultura se la lavandera", explicó Noriega- y boina, es la vestimenta de la escultura, que ambos creen que gustará a la gente.

Noriega es un reputado canterista desde los dieciséis años. A Toño Llorente, "Cotolla", la pasión por este mundo le vino tras jubilarse hace cinco años como ferroviario por un problema de párkinson. Desde ese momento empezó a dedicar su tiempo libre al arte, primero como pintor y, ahora, como escultor en piedra o madera. "Me picó el gusanillo de todo esto de la mano del escultor cubano Xavier Lemus que trabajó con nosotros en la elaboración de la escultura de la lavandera", señaló.

En la jornada de ayer Noriega y Llorente daban los últimos retoques para que la escultura luzca sus mejores galas en el momento en que sea descubierta. Dar una capa de imprimación a la piedra con el objetivo de que soporte mejor la humedad es el último paso para que la escultura esté lista para ser contemplada y admirada como lo que es, una obra de arte en homenaje a sus antepasados.

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