Amieva es un "resort" de lujo para los lobos, que campan a sus anchas por el concejo, donde este año se han cobrado la vida de entre 250 y 300 animales. Al menos eso denuncia el concejal de ganadería amievense, el forista Alberto Suárez, que ayer se encerró durante más de dos horas en el salón de actos del consistorio para protestar por los "inasumibles" daños que ocasiona el cánido. Junto a él se encontraban más de medio centenar de ganaderos de la zona, que planean llevar a cabo acciones "más drásticas" si la Consejería de Medio Ambiente no toma medidas urgentes para atajar los ataques. Aumentar los controles y batidas y establecer una forma de compensación de daños directos e indirectos total y rápida son algunas de las peticiones de los amotinados, que estuvieron acompañados por representantes del colectivo "Asturias Ganadera".

En el encierro de Precendi se encontraba ayer Roberto González, vecino de Sames, encargado de leer un manifiesto de protesta. "Cada dos días ha habido ataques durante gran parte del verano. La incertidumbre de si entre los dos o tres ataques de esa semana algún animal muerto será tuyo no nos deja dormir", dijo. "A ello se añaden los problemas de si la guardería reconocerá el daño para tener probabilidades de cobrar algo que compense en parte el perjuicio material porque otros no tienen posibilidad de ser compensados", apostilló. Su discurso fue aplaudido por los presentes.

Los ganaderos que trabajan en el límite con León se quejaron, además, de que sus vecinos no tienen los daños que ellos sufren a diario. Fue el caso de Rubén Sánchez, que echa al ganado a pastar en la vega de Toneyo. "A nuestros vecinos leoneses de Soto de Sajambre les nacieron doce xatos y el lobo no les tocó ninguno. A nosotros que estamos al pie nos acabó con diez, de los cuales sólo se pudieron certificar tres o cuatro. ¿Por qué será?", se pregunta. Su indignación la compartía Narciso Llaves, que llegó a tener 200 ovejas y otras tanta cabras pero optó por desprenderse de las pocas que el lobo le dejó vivas. "Mis hijos se quedaron sin 21 vacas en el último año pero el parque sólo nos certificó tres y la Consejería ninguna. ¿Quién las comió? ¿El Papa?, se quejó irónicamente.