Catedrático de Derecho Administrativo, presidente electo de la Academia Asturiana de Jurisprudencia

Chus NEIRA

Leopoldo Tolivar Alas (Oviedo, 1955), catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Oviedo, es el nuevo presidente electo de la Academia Asturiana de Jurisprudencia. Tras el verano hará efectivo ese nombramiento, sucederá en el cargo a José Luis Pérez de Castro relevará y se pondrá al frente de una academia, detallaba ayer en Oviedo, cuyo nacimiento ya estuvo muy vinculado a la tierra, al oficializarse con un ministro asturiano en Educación, Aurelio Menéndez.

-¿Qué es la Academia Asturiana de Jurisprudencia?

-Hubo precedentes, corporaciones similares de personas vinculadas al derecho. Se trataba de reproducir a escala regional lo que era la Real Academia de Jurisprudencia. Algo importante, porque, sobre todo, las academias lo que hacen es juntar saberes de profesionales de distinta índole e intercambiar experiencias. Otras cosa es resulte o no.

-¿Su actividad presente y futura?

-Hay que recibir nuevos socios y organizar ciclos de conferencias que, desgraciadamente, resultan minoritarias. Quizá hace falta ser más divulgativos, sin perder rigor ni, tampoco, el marchamo asturianista, ya que no en vano Francisco Tuero Bertrand y Pérez de Castro han sido presidentes. En lo referido a los socios hay que equilibrar la cuestión generacional, porque hay pocos jóvenes. Y que desde 1977 no haya entrado ninguna mujer, algo distinto a la realidad, a lo que dicen ahora las oposiciones, es un desequilibrio que la Academia tiene que corregir.

-¿Dependen de alguna forma de la administración?

-Las academias territoriales tienen distintos tipos de vínculos, por ejemplo con el Instituto de España y con las reales academias. A su vez, las comunidades autónomas tienen competencias sobre las corporaciones. De hecho, en Asturias hay una ley pionera de academias de 1997. Es interesante ponerla en valor, porque se aprobó cuando se estaba declarando tránsfuga el gobierno de Marqués y nadie miró para ella. Ni el gobierno ni las academias. Y fue una ley valiente.

-¿Y cómo se financian?

-Con el enorme mérito de los presidentes y tesoreros anteriores al mantener la vida académica. Tenemos que recurrir a las subvenciones, a aportaciones ni reguladas ni tasadas, que llegan tarde. Hay entidades gracias a las cuales subsistimos, como el Colegio de Abogados. En general las academias son un híbrido que no se nutren del presupuesto anual y tienen que mendigar por la vía de la subvención. Hay, claro, ejemplos modélicos como la Real Academia Española, pero no todo el mundo es Víctor García de la Concha, que es un fuera de serie.

-¿Cuáles son sus planes a corto y medio plazo?

-Actualizar los estatutos, quizá modificar un poco la composición académica con aspectos un poco desfasados. Mi idea, también, es potenciar la figura de los académicos correspondientes. Ellos pueden dar mayor vitalidad a la Academia. Por ejemplo, que den un discurso al ser nombrados, y que sea de actualidad, atractivo. Porque es curioso que el derecho, que genera ríos de tinta como se ve todos los días en los periódicos, luego no tenga respaldo cuando se organizan conferencias. Quizá seamos en ocasiones excesivamente teóricos, e indudablemente la Academia tiene que tener un afán divulgativo y propiciar el debate, porque precisamente el Derecho no es una ciencia exacta, dogmática. Sé que no es fácil pero hay que intentarlo.

-¿Y hay que tener más presencia, voz, ante la sociedad?

-Ya la antigua Ley de Enjuiciamiento Civil decía con claridad que las academias podían dar pericias. Y no estaría de más que en cuestiones conflictivas haya un pronunciamiento corporativo. Tradicionalmente las academias tratan de ser prudentes por temor a politizarse, pero hay cuestiones donde podría haber un pronunciamiento corporativo, con apoyo mayoritario o por ser de los miembros más cualificados en determinada materia. Hay que salir un poco a la sociedad a dar opinión y vencer ese miedo a que nos puedan calificar de esto o de lo otro. Porque desde el silencio no se obtiene respeto, eso está claro.

-Al margen de la Academia, como administrativista, ¿su opinión del acuerdo para resolver «Villa Magdalena»?

-Aparte de las fallas jurídicas, que creo que las tiene, es un malísimo precedente el privatizar, no sólo el subsuelo, sino en gran medida el suelo público, porque parkings como este tienen salidas, casetones, accesos... Además es una venta de la ciudad a plazos, y si nos vamos despojando de patrimonio para pagar deudas podemos llegar a la ruina. La deuda de la expropiación, derivada de una mala gestión que no personalizo, está claro que con los años se pudrió. Y cuando se quiso coger al toro por los cuernos era todo un San Fermín. Pero eso no se puede pagar dilapidando el patrimonio. Más allá de eso, no me gusta dar mis opiniones. Ya no estoy en la política. Hay personas en la oposición que cumplen con su deber. Interferir ahora sería como volver del pasado.

«La expropiación de "Villa Magdalena" se pudrió con los años, y cuando se quiso coger ese toro por los cuernos era ya todo un San Fermín, pero eso no justifica la venta de la ciudad a plazos, perder patrimonio y llegar a la ruina»