A. F.

Aroa FERNÁNDEZ

Tres menores se enfrentan a sanciones de hasta 3.000 euros por hacer pintadas en distintos puntos de la ciudad. Los jóvenes fueron «pillados» por agentes de la Policía Local mientras plasmaban sus firmas, conocidas como «tags» entre los grafiteros. Dos de ellos estaban juntos en el momento de la detención, en cambio el tercero fue localizado solo a pleno luz del día enfrente del palacete «Villa Magdalena». En la esquina de avenida de Galicia con la recién nombrada calle Real Oviedo -antigua División Azul-, el menor firmaba con el nombre de «Mesías» en la parte trasera de una caseta instalada para la ventilación del aparcamiento subterráneo.

De este modo comienza la aplicación de la nueva ordenanza reguladora de la convivencia ciudadana, que entró en vigor el 2 de julio. Según la concejala de Seguridad Ciudadana, Conchita García, con esta medida «se pretende controlar a aquellos que estampan su firma y suponen un gasto de limpieza para el Ayuntamiento».

«A los menores se les ha abierto un expediente y se procederá a estudiar sus casos para establecer una sanción, que puede ser leve, grave o muy grave», explica García. Si se califica de infracción leve pagarán una multa que puede ir de 10 a 750 euros. Ahora bien, si son reincidentes o efectuaron las pintadas en autobuses, señales de tráfico o mobiliario urbano, la cuantía ascenderá hasta 1.500 euros. Mientras que las mayores sanciones recaerán en quienes plasmen su «pintada» en edificios protegidos o catalogados. Paralelamente, se evaluarán los daños causados en la pared, muro, señal o mobiliario urbano perjudicado. Así, los jóvenes tendrán que pagar los gastos de limpieza de la «pintada», así como la restauración de la zona afectada.

Esta ordenanza de convivencia ciudadana, que ha generado un gran rechazo en la oposición y colectivos sociales, ha sido redactada tomando como modelo la normativa de Barcelona y pretende evitar conductas que puedan perturbar la convivencia. Así, se prohíbe el uso de «escaleras, rampas, barandillas o pasamanos» para realizar «acrobacias con patines, monopatines o similares». Al igual que el botellón, las apuestas en la calle, la mendicidad, orinar u ofertar y solicitar servicios sexuales en la vía pública.

La normativa de convivencia cae como un jarro de agua fría para el mundo del grafiti en Oviedo. Estos jóvenes ya no podrán pintar en cualquier muro o pared sin correr el riesgo de enfrentarse a fuertes sanciones económicas. Aún así, continúan plasmando su «arte».

Un grafitero, que prefiere ocultar su identidad, cree que «la firma va a seguir existiendo, es algo muy difícil de erradicar». Aunque el joven asegura que no suele pintar en portales. «Firmo en sitios que no molesto, nunca lo haría en una propiedad privada», explica mientras realiza un grafiti en un lugar «perdido de la mano de Dios». «Suelo pintar a la luz del día, pero en lugares en los que no me van a pillar».

Por otra parte, Manuel, otro grafitero, opina que estas multas son «exageradas». Sin embargo, no ve oportuno firmar en un portal o en un edificio. «Pintar la firma en un portal es algo más agresivo que hacer un grafiti en un muro», apunta el joven, que prefiere identificarse tan sólo como Manuel. «Esta nueva ordenanza nos perjudica, ya que es una manera de controlarnos y ponernos freno», apunta. Desde su posición, Manuel reivindica más zonas destinadas para pintar grafitis. «Se habilitaron varios muros, por ejemplo, el antiguo Instituto Leopoldo Alas "Clarín" de Oviedo». Recientemente, aparecieron inscripciones por la ciudad que invitaban a hacer grafitis. En ella aparecía el anagrama de la candidatura a la capitalidad cultural europea, por lo que parecía una idea oficial. Pero resultó ser una broma.