P. GALLEGO

En el estreno en Granada de la ópera «Ainadamar», el debut de esta obra en España, se conjugan varios factores que auguran una vibrante noche de ópera.

Tras la rueda de prensa con la que el equipo técnico presentó la obra, el director del Festival granadino, Enrique Gámez, comentaba que la idea era representar la obra «en el Generalife», una de las zonas más bellas de la Alhambra. En total, 80 minutos de música y pasión lorquiana en un único acto de tres escenas. «Pensar en este proyecto nos pone los vellos de punta», asegura Gámez.

Además del lugar del estreno y de los cantantes que componen el reparto, la nueva producción de «Ainadamar» juega con un as en la manga: la participación de la Compañía Antonio Gades. «Ainadamar» será el primer trabajo de la compañía más allá de las coreografías de su fundador, algo que supone «un reto y una ilusión», según su directora artística, Stella Arauzo, y la presidenta de la Fundación Antonio Gades, Eugenia Eiriz, viuda del bailarín.

Tolita y María Figueroa, responsables de los figurines, y el escenógrafo Philippe Amand se enfrentan al reto de transmitir «una de las épocas más importantes en la historia de España». Una propuesta de «teatro dentro del teatro», en la que «una escalera se puede convertir en el balcón desde el que Lorca mira la estatua de Mariana Pineda», explicó Amand.

La escena de «Ainadamar» será, según su director teatral, Luis de Tavira, un canto «a la amistad como la más aspirable forma de convivencia de los seres humanos».