Inspectora del Consejo General del Poder Judicial

E. VÉLEZ

Ana Carrascosa Miguel, inspectora del Consejo General del Poder Judicial y antigua magistrada del Juzgado Penal número 2 de Valladolid, concedió ayer una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA, antes de ofrecer en el Colegio de Abogados de Oviedo la conferencia «La mediación intrajudicial», de plena actualidad ante la preparación, en el Consejo de los Diputados, de una ley de mediación.

-¿Cuál es el objetivo final de la mediación intrajudicial?

-La mediación sólo puede hacerse en los delitos con víctima, por lo tanto, la clave es llegar a conseguir un acuerdo que satisfaga a ambas partes; la víctima debe sentirse reparada y, sobre todo, tiene que poder recuperar el sentimiento de seguridad que se pierde con el delito. De cara al delincuente, se busca que asuma lo que ha hecho y que, a partir de ahí, inicie un proceso de rehabilitación.

-¿Para qué tipo de infracciones está indicada la mediación?

-Se ha cuestionado mucho si en algún delito especialmente violento puede haber o no mediación. Ante esto me gusta poner como ejemplo que en el País Vasco, en la actualidad, se llevan a cabo procesos mediadores en delitos de asesinatos de ETA, en que el proceso judicial está en plena fase de ejecución y con los culpable encarcelados. Se trata de casos que se abren a petición de la familia de las víctimas. Otro buen ejemplo es el de Estados Unidos, donde existe un programa de mediación penitenciaria para casos de violación y asesinato. Así pues, la mediación intrajudicial en el proceso penal cabe en todo tipo de delitos, por muy graves que éstos sean y siempre y cuando las partes estén preparadas para hacerlo y se cuente con un mediador idóneo.

-En los delitos menores, ¿sería realmente necesaria la figura de un mediador?

-Es muy doloroso el número tan alto de reclusos que hay en nuestro país. En los últimos once años ha sucedido un fenómeno curioso: España es el país europeo con más presos preventivos cuando, sin embargo, estamos a la cola en cuanto al nivel de delincuencia y violencia. Las tres cuartas partes de los internos del país los son por delitos patrimoniales que difícilmente justifican estancias en la cárcel. Además, de esta manera se impide reparar el daño causado y los delincuentes no sienten ningún tipo de empatía hacia su víctima. Está demostrado en varios estudios que la prisión genera una falta de responsabilidad sobre los hechos cometidos.

-¿Cómo se llega a ser mediador intrajudicial?

-Es una figura desconocida y nueva. En principio se trata de una persona que procede del ámbito del derecho, el trabajo social, la psicología, la sociología, la pedagogía, la educación o la sanidad. A partir de ahí existen estudios específicos de mediador como, por ejemplo, los posgrados. Por otra parte, las legislaciones autonómicas tiene una regulación específica en mediación familiar y exigen superar una serie de horas para tener acceso al Registro de Mediadores.

-¿Llegará a implantarse definitivamente la figura del mediador en España?

-La mediación penal se inició hace diez años en algunos juzgados de instrucción de Barcelona; después, en un juzgado penal de Madrid, y en este momento hay 260 órganos intermediadores. La lógica acabará imponiéndose.